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4
5,4
7.342
Fantástico
Adaptación del cuento de Roald Dahl sobre una niña que se alía con la Reina de Inglaterra y con un gigante bonachón para impedir una invasión de malvados gigantes que se preparan para comerse a todos los niños del país. (FILMAFFINITY)
12 de octubre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
[...] Hoy, a tenor de los gustos de las nuevas generaciones, se necesita otra manera de narrar. El formato clásico, por desgracia, ha quedado obsoleto. La imaginación requiere de imágenes rápidas, ruido, efectos vacuos que sólo sirven para alimentar la carencia de pensar; se necesitan monstruos, alienígenas, se requiere un ilimitado chorreo de escenas concatenadas, que no respiren, que no dejen espacio a la narración básica. Spielberg nunca ha sido de acomodarse pero sí de ser fiel a sus principios. No es que vayan a ir en contra de otros más actuales pero sí que es cierto que para él el cine necesita permanecer en el tiempo sin necesidad de apostar por modas pasajeras. Sin embargo siempre ha estado a la última en lo que a tecnología se refiere [...].
“Mi amigo el gigante” [...] ya estuvo rondando en el pensamiento de Spielberg para trasladarlo a la gran pantalla y así convertirlo en una muesca más de su cinturón. Pero todo lo que tenía en mente para desarrollarlo necesitaba de una tecnología muy avanzada como para que la fantasía del cuento pudiera tomar cuerpo y como suele decirse, aún quedaba un trecho hasta poder alcanzarla. Pero cuando una idea se aposenta en la cabeza de un director de cine ésta no se marchará jamás hasta verse realizada [...]. Lógicamente aquí las intenciones van por otro camino al igual que el envoltorio es mucho más fantástico si cabe. Todo comienza con Sophie, una niña huérfana cuya vida se encuentra dentro de las paredes de un orfanato triste y solitario. Al padecer insomnio pasa las noches entre las hojas de los libros. En una hora marcada, las tres de la madrugada, escuchará un ruido en el exterior y descubrirá, estupefacta, que se trata de un gigante, un ser de otro mundo. Para que nadie descubra su existencia, este ser enorme raptará a Sophie para llevarla a su país [...]. Toda esta primera parte, de apenas unos pocos minutos, está emplazada en un lugar frío, como si los adultos no se preocuparan de los niños. Para empezar Sophie no tiene padres y las pocas personas que contemplamos en escena son unos borrachos que hacen ruido y no les importa ser como son. Nunca conoceremos a los mayores que se ocupan de la protección de los huérfanos. La pequeña, por el contrario, es más adulta de lo normal para su edad. Tal como la presenta la película es lista, inquisitiva, extrovertida, decidida pero ante todo no tiene miedo a nada, la vida le ha obligado a valerse por sí misma en ese aspecto [...].
El problema de base es que todo cuanto contemplamos no transmite nada, todo está al servicio de la monotonía, la planicie y la ausencia de vaivenes, como si un estilo monocorde fuese el que maneja la cámara. Por extraño que parezca el director, que siempre había logrado convertir sus escenas en pequeñas perlas cargadas de emoción que golpeaba el sentido, se encuentra desubicado, perdido, como si su estilo y esencia se hubiesen desvanecido precisamente en un género que siempre se le había dado bien y que dominaba a la perfección [...] Pero lo más importante y lo que encierra cierta similitud con el Spielberg narrativo: él es el causante de que los más pequeños (y los que no lo son tanto) tengan buenos sueños mientras duermen, que disfruten de experiencias fantásticas a partir de la nada. Para ello él va en busca de estas piezas oníricas para luego darles forma a través de historias que se inyectan en el subconsciente de los humanos a través de un artilugio.
[...] Otro de los mensajes que “Mi amigo el gigante” intenta transmitir durante la estancia de Sophie en el mundo de su amigo es que la niña y el gigante, a través de los sentimientos y las palabras, se necesitan y se entienden. Ambos representan la parte opuesta del otro. Ella es un persona madura y adulta mientras que él es un ser infantil(oide) pero muy bueno. Tanto que sus otros compañeros se burlan y abusan de él. Sin ir muy lejos, de todos los gigantes del lugar él es el más pequeño de todos. Por así decirlo, ambos son seres infravalorados, que nadie quiere y que siempre están en completa soledad. Ella en un orfanato y él encerrado en su casa, la cual tiene adecentada como si de un hogar para niños se tratase pues hay maquetas, juguetes y demás utensilios acorde a lo que disfrutan los más pequeños [...].
El mayor problema de la película es que emplea un formato que choca con las maneras actuales de lo que se supone debe ser una película de corte infantil y por extraño que parezca propone un discurso esencial, más aún en unos tiempos donde las nuevas tecnologías han acaparado el protagonismo absoluto. El soñar, el imaginar, el inventar historias, el darles forma más allá de lo establecido y lo mecánico es uno de los ejemplos que propone uno de los pilares del séptimo arte como es Spielberg. Siempre ha sido defensor a ultranza de contar historias, narrarlas y darles la floritura necesaria para convertirse en ejemplos inamovibles. Pero el punto de partida se intuye, la base de su propuesta se puede llegar a entender a plenitud pero la forma de narrarlo no convence y mucho menos su resultado pues todo queda mareado, sin energía, disperso y ante todo insulso, algo que resulta, cuanto menos, reprochable [...]. Incluso la escena donde los gigantes juegan con el amigo de la niña como si fuera una pelota para terminar en una persecución colina abajo con Sophie dentro de un vehículo, se supone que es agradecida por romper la lentitud reinante pero todo acontece dentro de un tedio galopante que se convierte en un esbozo. Llegados a cierto punto, el gigante protagonista comprende que la niña corre más peligro si está a su lado y que él no podrá protegerla como es debido. Su intención de secuestrarla no fue una gran idea. Por ello decide devolverla al mundo real pues sabe que de esta forma estará a salvo de sus compañeros que desean a toda costa comérsela.
- continúa en spoiler -
“Mi amigo el gigante” [...] ya estuvo rondando en el pensamiento de Spielberg para trasladarlo a la gran pantalla y así convertirlo en una muesca más de su cinturón. Pero todo lo que tenía en mente para desarrollarlo necesitaba de una tecnología muy avanzada como para que la fantasía del cuento pudiera tomar cuerpo y como suele decirse, aún quedaba un trecho hasta poder alcanzarla. Pero cuando una idea se aposenta en la cabeza de un director de cine ésta no se marchará jamás hasta verse realizada [...]. Lógicamente aquí las intenciones van por otro camino al igual que el envoltorio es mucho más fantástico si cabe. Todo comienza con Sophie, una niña huérfana cuya vida se encuentra dentro de las paredes de un orfanato triste y solitario. Al padecer insomnio pasa las noches entre las hojas de los libros. En una hora marcada, las tres de la madrugada, escuchará un ruido en el exterior y descubrirá, estupefacta, que se trata de un gigante, un ser de otro mundo. Para que nadie descubra su existencia, este ser enorme raptará a Sophie para llevarla a su país [...]. Toda esta primera parte, de apenas unos pocos minutos, está emplazada en un lugar frío, como si los adultos no se preocuparan de los niños. Para empezar Sophie no tiene padres y las pocas personas que contemplamos en escena son unos borrachos que hacen ruido y no les importa ser como son. Nunca conoceremos a los mayores que se ocupan de la protección de los huérfanos. La pequeña, por el contrario, es más adulta de lo normal para su edad. Tal como la presenta la película es lista, inquisitiva, extrovertida, decidida pero ante todo no tiene miedo a nada, la vida le ha obligado a valerse por sí misma en ese aspecto [...].
El problema de base es que todo cuanto contemplamos no transmite nada, todo está al servicio de la monotonía, la planicie y la ausencia de vaivenes, como si un estilo monocorde fuese el que maneja la cámara. Por extraño que parezca el director, que siempre había logrado convertir sus escenas en pequeñas perlas cargadas de emoción que golpeaba el sentido, se encuentra desubicado, perdido, como si su estilo y esencia se hubiesen desvanecido precisamente en un género que siempre se le había dado bien y que dominaba a la perfección [...] Pero lo más importante y lo que encierra cierta similitud con el Spielberg narrativo: él es el causante de que los más pequeños (y los que no lo son tanto) tengan buenos sueños mientras duermen, que disfruten de experiencias fantásticas a partir de la nada. Para ello él va en busca de estas piezas oníricas para luego darles forma a través de historias que se inyectan en el subconsciente de los humanos a través de un artilugio.
[...] Otro de los mensajes que “Mi amigo el gigante” intenta transmitir durante la estancia de Sophie en el mundo de su amigo es que la niña y el gigante, a través de los sentimientos y las palabras, se necesitan y se entienden. Ambos representan la parte opuesta del otro. Ella es un persona madura y adulta mientras que él es un ser infantil(oide) pero muy bueno. Tanto que sus otros compañeros se burlan y abusan de él. Sin ir muy lejos, de todos los gigantes del lugar él es el más pequeño de todos. Por así decirlo, ambos son seres infravalorados, que nadie quiere y que siempre están en completa soledad. Ella en un orfanato y él encerrado en su casa, la cual tiene adecentada como si de un hogar para niños se tratase pues hay maquetas, juguetes y demás utensilios acorde a lo que disfrutan los más pequeños [...].
El mayor problema de la película es que emplea un formato que choca con las maneras actuales de lo que se supone debe ser una película de corte infantil y por extraño que parezca propone un discurso esencial, más aún en unos tiempos donde las nuevas tecnologías han acaparado el protagonismo absoluto. El soñar, el imaginar, el inventar historias, el darles forma más allá de lo establecido y lo mecánico es uno de los ejemplos que propone uno de los pilares del séptimo arte como es Spielberg. Siempre ha sido defensor a ultranza de contar historias, narrarlas y darles la floritura necesaria para convertirse en ejemplos inamovibles. Pero el punto de partida se intuye, la base de su propuesta se puede llegar a entender a plenitud pero la forma de narrarlo no convence y mucho menos su resultado pues todo queda mareado, sin energía, disperso y ante todo insulso, algo que resulta, cuanto menos, reprochable [...]. Incluso la escena donde los gigantes juegan con el amigo de la niña como si fuera una pelota para terminar en una persecución colina abajo con Sophie dentro de un vehículo, se supone que es agradecida por romper la lentitud reinante pero todo acontece dentro de un tedio galopante que se convierte en un esbozo. Llegados a cierto punto, el gigante protagonista comprende que la niña corre más peligro si está a su lado y que él no podrá protegerla como es debido. Su intención de secuestrarla no fue una gran idea. Por ello decide devolverla al mundo real pues sabe que de esta forma estará a salvo de sus compañeros que desean a toda costa comérsela.
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Por desgracia el último tercio, que vuelve a cambiar el tono, tampoco ayuda a mejorar lo que hasta ahora hemos contemplado porque sigue estando dentro del tedio y la monotonía. A través del deseo de Sophie de ayudar a su amigo y a su vez librarse de una vez por todas de los gigantes que causan el mal tanto a él como a los niños de Londres, la niña y su amigo tramarán un plan que implicará trasladar la fantasía a la realidad (y viceversa) para que de esta forma todo acabe siendo un todo completo. Recurriendo a la ayuda de la Reina Isabel II, la monarquía entablará contacto con ellos dos pues de esta forma lo costumbrista y lo encorsetado juega en la liga de que todo es posible en nombre de la fantasía más empírica y en un arrebato de locura posible (claro que esto ya procedía del libro) somos testigos de un episodio desafortunado tanto en forma como en fondo: convertir al gigante bonachón en un invitado real, en todos los sentidos, para que la esencia del mundo de Roald Dahl tome forma a través de cabriolas, onomatopeyas, situaciones embarazosas y un humor absurdo tirando a impropio de alguien como Spielberg dentro de una ristra de situaciones un tanto fuera de tono amparadas en el humor más bobo y carente de gracia [...].
[...] Una vez más, Spielberg, por extraño que parezca, decide filmar el clímax con el piloto automático y sin apenas alarde de imaginación e inventiva. Puede ser que hasta ese momento se haya tomado su tiempo para colocar todas las piezas de este cuento dentro de un tono uniforme pero en lo que respecta al final, cuando se supone debería ser lo más impactante de todo el metraje, todo está rodado con prisas, sin apenas acierto y sin nada que recordar pues llega a ser hasta confuso y sin la épica que requería una resolución como ésta. A pesar de notarse ciertos aires muy deudores de “Jurassic park” (1993) aquí no hay espectacularidad en todo lo que atañe a esta escena en concreto y la decisión final deja una indiferencia absoluta [...].
No atacaré la credibilidad que transmite la captura en movimiento de Mark Rylance pues hay momentos donde resulta muy convincente. Incluso la interacción de la infografía con los elementos que le rodean es bastante aceptable. Más aún cuando se desenvuelve, mueve y actúa en un escenario real como la primera escena situada en las calles de Londres. Pero es un personaje que aún transmitiendo emociones y valores no convence ni conecta más allá de ver a un gigante al cuidado y custodia de una niña pequeña. Porque ahí está otro de los grandes problemas: la nula química entre Ruby Barnhill y la criatura. El error de casting es importante porque en ningún momento veo una pequeña interactuando con un personaje digital sino a una actriz que se pierde, que no llega, que no sabe como transmitir y mucho menos convencer [...]
[...] Sin lugar a dudas “Mi amigo el gigante” es un claro ejemplo de desidia narrativa, falta de ideas y una dejadez absoluta por parte de alguien que reconvirtió la narrativa fantástica. Sin miedo a equivocarme estamos ante el título más plano, inofensivo, insustancial y falto de sensibilidad de todos los que ha ofrecido Spielberg hasta la fecha y a estas alturas, cuando se trata de un director que siempre ha cumplido con creces, es algo que deja en entredicho. Un traspiés, desde luego, pero uno tan grande que no sé hasta qué punto puede llegar a pasarle factura. Espero y deseo que no sea una tónica autoimpuesta para sus nuevos títulos. Sería una forma de despedirse de un autor que definió los cimientos del cine contemporáneo actual.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/10/11/critica-mi-amigo-el-gigante-steven-spielberg-2016-suenos-vacios/
[...] Una vez más, Spielberg, por extraño que parezca, decide filmar el clímax con el piloto automático y sin apenas alarde de imaginación e inventiva. Puede ser que hasta ese momento se haya tomado su tiempo para colocar todas las piezas de este cuento dentro de un tono uniforme pero en lo que respecta al final, cuando se supone debería ser lo más impactante de todo el metraje, todo está rodado con prisas, sin apenas acierto y sin nada que recordar pues llega a ser hasta confuso y sin la épica que requería una resolución como ésta. A pesar de notarse ciertos aires muy deudores de “Jurassic park” (1993) aquí no hay espectacularidad en todo lo que atañe a esta escena en concreto y la decisión final deja una indiferencia absoluta [...].
No atacaré la credibilidad que transmite la captura en movimiento de Mark Rylance pues hay momentos donde resulta muy convincente. Incluso la interacción de la infografía con los elementos que le rodean es bastante aceptable. Más aún cuando se desenvuelve, mueve y actúa en un escenario real como la primera escena situada en las calles de Londres. Pero es un personaje que aún transmitiendo emociones y valores no convence ni conecta más allá de ver a un gigante al cuidado y custodia de una niña pequeña. Porque ahí está otro de los grandes problemas: la nula química entre Ruby Barnhill y la criatura. El error de casting es importante porque en ningún momento veo una pequeña interactuando con un personaje digital sino a una actriz que se pierde, que no llega, que no sabe como transmitir y mucho menos convencer [...]
[...] Sin lugar a dudas “Mi amigo el gigante” es un claro ejemplo de desidia narrativa, falta de ideas y una dejadez absoluta por parte de alguien que reconvirtió la narrativa fantástica. Sin miedo a equivocarme estamos ante el título más plano, inofensivo, insustancial y falto de sensibilidad de todos los que ha ofrecido Spielberg hasta la fecha y a estas alturas, cuando se trata de un director que siempre ha cumplido con creces, es algo que deja en entredicho. Un traspiés, desde luego, pero uno tan grande que no sé hasta qué punto puede llegar a pasarle factura. Espero y deseo que no sea una tónica autoimpuesta para sus nuevos títulos. Sería una forma de despedirse de un autor que definió los cimientos del cine contemporáneo actual.
https://claquetadebitacora.wordpress.com/2016/10/11/critica-mi-amigo-el-gigante-steven-spielberg-2016-suenos-vacios/