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2.162
Animación. Infantil. Comedia
El osito Pooh es el mejor amigo que puedes dar a tus hijos. Con él aprenderán valores como la amistad, el compañerismo y la generosidad. Ideal para niños de 2 a 7 años. Siguiendo la tradición de las grandes obras maestras de Disney como Cenicienta y Peter Pan, llega el Clásico animado nº 22 de Walt Disney inspirado en las fantásticas historias de A.A. Milne. En este vídeo encontrarás una recopilación de las mejores aventuras de Winnie ... [+]
23 de febrero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Citar a Alan Alexander Milne es nombrar, por derecho propio, la esencia de la infancia [...]. Aquellas narraciones formaron una serie de cuentos que acabarían por convertirse en cultura popular inmediata y a su vez en caldo de cultivo para que Walt Disney, quien también le leía a sus hijas las historias de Pooh y sus amigos, viera en esas narraciones material lo suficientemente atractivo para convertirlo en parte de su legado cinematográfico [...]. Claro, la obra original procedía de Londres y a pesar de que allí Winnie the Pooh era un icono cultural venerado y respetado, en Estados Unidos era un producto completamente desconocido. Eso conllevaba que no podían arriesgarse a estrenar un filme basado en algo que no contaba con la admiración del público [...]
Una de las cosas que más resalta por encima de todo es que estamos ante una película que no cuenta con ningún villano. Todo lo que contemplamos versa sobre personajes que viven, sobre problemas y circunstancias que hay que sortear, sobre aventuras que cualquier niño tuvo a bien inventar y en ningún momento hay situaciones de auténtico peligro, no hay momentos que puedan incomodar a los espectadores. Al no haber una parte mala o negativa en contraposición a los héroes de la historia todo cuanto sucede está expuesto para colocar a los niños en situaciones acomodadas a una sensación de bienestar pues hasta los momentos donde puede haber matices o situaciones tristes o dramáticas son solucionadas de la forma más rápida posible y siempre con la intención de tener un final feliz o entrañable. Por así decirlo estamos ante el título más infantil de toda la larga lista de películas auto proclamados clásicos de la compañía [...].
Otro elemento que llama la atención por su originalidad es que todo cuanto vemos se encuentra dentro de los márgenes del libro, literalmente [...] las páginas del libro se convierten en escenario de las propias historias y juega con efectos visuales acoplados a circunstancias concretas. Por ejemplo las letras vuelan cuando hace viento, si hay una inundación el agua arramblará con un montón de texto, si la historia se queda interrumpida en una hoja el personaje saltará a la siguiente de forma literal y si uno de los protagonistas está hablando la página volverá para que éste pueda terminar lo que está diciendo, rompiendo la cuarta pared e interactuando entre él y el narrador [...].
La película empieza con el cortometraje “Winnie Pooh y el árbol de miel” [...]. Adentrándonos en las hojas de un libro que se encuentra en el centro de la pantalla y a través de una canción melodiosa y pegadiza conocemos todos y cada uno de los personajes que irán pululando por las divertidas y entrañables aventuras pero siempre dentro de un lugar común para todos: el bosque de los cien acres. Por así decirlo la historia de esta primera parte podría concretarse dentro de una moraleja bastante sencilla y accesible para todos: la glotonería pasa factura y no es para menos. Pooh, adicto a la miel, no hará otra cosa que pensar en comerla y hará lo que sea para conseguirla. Y a pesar de intentar hacer ejercicio para bajar de peso el deseo por comer es tan fuerte que no podrá hacer nada para evitarlo ni controlarse. Tal es así que acabará engullendo, de forma literal, toda la que vaya encontrando (con hilarantes resultados). Su desmedida ansia por zampar hará que visite a conejo, a quien no dudará en dejarle sin una sola gota al no poder reprimir su deseo incontrolable ante el pegajoso manjar. Su gordura es tal que taponará la entrada de la madriguera resultando un problema. Mientras tanto hará acto de presencia Topo, creación inventada por el equipo Disney para añadir algo propio de la compañía al universo de Pooh, que aparece y desaparece sin mucho que aportar a la historia [...]. Y si bien es cierto que la historia podría haber acentuado un poco más los peligros de no controlar el peso o cómo puede pasar factura el comer demasiado todo está expuesto para una traca final más fantasiosa: desatascar al oso del agujero para incrustarlo en un árbol repleto de miel sirviendo como astracanada jocosa y como puente para la siguiente historia.
El siguiente corto, titulado “Winnie Pooh y el bosque encantado” (aunque su título original es mucho más acertado: “Winnie Pooh y el día tormentoso”), podría decirse que es mucho más original, creativo, hilarante, tierno y a su vez el que más moraleja contiene. Todo se encuentra dentro de un día de fuerte viento y debido a una explicación que le da Topo al respecto Pooh va a visitar a su amigo Piglet para explicárselo. Aquí nos encontramos con la carta de presentación de este nuevo personaje y en pocas líneas descubrimos que es un ser muy nervioso y preocupado por todo cuanto le rodea [...]. Como antes comentaba, a pesar de haber problemas serios como es el quedarse sin nada, la bondad y el preocuparse por los demás serán temas que irán apareciendo poco a poco para demostrar que ante la adversidad los amigos están para ayudarse sea como sea, cueste lo que cueste, se tarde lo que se tarde.
De golpe la historia toma un camino distinto e introduce una set piece donde tendrá su carta de presentación y su momento de gloria Tigger. Si bien es cierto que Pooh es el protagonista absoluto, este tigre alocado, alegre, ingenuo y repleto de vida será quien robe toda la atención convirtiéndose, quizás, en el personaje más querido por el público [...]. Otra de las razones por la cual este personaje representa a la perfección todo lo que simboliza esa parte de cualquier ser humano es que tiene una imaginación desbordante para las situaciones más comunes hasta tal punto de inventarse personajes ficticios cambiándoles el nombre (Efelantes y Guartas). Eso conlleva a que Pooh acabe teniendo pesadillas con los mismos en una de las escenas más oníricas, surrealistas y fascinantes de la película [...].
- continúa en spoiler -
Una de las cosas que más resalta por encima de todo es que estamos ante una película que no cuenta con ningún villano. Todo lo que contemplamos versa sobre personajes que viven, sobre problemas y circunstancias que hay que sortear, sobre aventuras que cualquier niño tuvo a bien inventar y en ningún momento hay situaciones de auténtico peligro, no hay momentos que puedan incomodar a los espectadores. Al no haber una parte mala o negativa en contraposición a los héroes de la historia todo cuanto sucede está expuesto para colocar a los niños en situaciones acomodadas a una sensación de bienestar pues hasta los momentos donde puede haber matices o situaciones tristes o dramáticas son solucionadas de la forma más rápida posible y siempre con la intención de tener un final feliz o entrañable. Por así decirlo estamos ante el título más infantil de toda la larga lista de películas auto proclamados clásicos de la compañía [...].
Otro elemento que llama la atención por su originalidad es que todo cuanto vemos se encuentra dentro de los márgenes del libro, literalmente [...] las páginas del libro se convierten en escenario de las propias historias y juega con efectos visuales acoplados a circunstancias concretas. Por ejemplo las letras vuelan cuando hace viento, si hay una inundación el agua arramblará con un montón de texto, si la historia se queda interrumpida en una hoja el personaje saltará a la siguiente de forma literal y si uno de los protagonistas está hablando la página volverá para que éste pueda terminar lo que está diciendo, rompiendo la cuarta pared e interactuando entre él y el narrador [...].
La película empieza con el cortometraje “Winnie Pooh y el árbol de miel” [...]. Adentrándonos en las hojas de un libro que se encuentra en el centro de la pantalla y a través de una canción melodiosa y pegadiza conocemos todos y cada uno de los personajes que irán pululando por las divertidas y entrañables aventuras pero siempre dentro de un lugar común para todos: el bosque de los cien acres. Por así decirlo la historia de esta primera parte podría concretarse dentro de una moraleja bastante sencilla y accesible para todos: la glotonería pasa factura y no es para menos. Pooh, adicto a la miel, no hará otra cosa que pensar en comerla y hará lo que sea para conseguirla. Y a pesar de intentar hacer ejercicio para bajar de peso el deseo por comer es tan fuerte que no podrá hacer nada para evitarlo ni controlarse. Tal es así que acabará engullendo, de forma literal, toda la que vaya encontrando (con hilarantes resultados). Su desmedida ansia por zampar hará que visite a conejo, a quien no dudará en dejarle sin una sola gota al no poder reprimir su deseo incontrolable ante el pegajoso manjar. Su gordura es tal que taponará la entrada de la madriguera resultando un problema. Mientras tanto hará acto de presencia Topo, creación inventada por el equipo Disney para añadir algo propio de la compañía al universo de Pooh, que aparece y desaparece sin mucho que aportar a la historia [...]. Y si bien es cierto que la historia podría haber acentuado un poco más los peligros de no controlar el peso o cómo puede pasar factura el comer demasiado todo está expuesto para una traca final más fantasiosa: desatascar al oso del agujero para incrustarlo en un árbol repleto de miel sirviendo como astracanada jocosa y como puente para la siguiente historia.
El siguiente corto, titulado “Winnie Pooh y el bosque encantado” (aunque su título original es mucho más acertado: “Winnie Pooh y el día tormentoso”), podría decirse que es mucho más original, creativo, hilarante, tierno y a su vez el que más moraleja contiene. Todo se encuentra dentro de un día de fuerte viento y debido a una explicación que le da Topo al respecto Pooh va a visitar a su amigo Piglet para explicárselo. Aquí nos encontramos con la carta de presentación de este nuevo personaje y en pocas líneas descubrimos que es un ser muy nervioso y preocupado por todo cuanto le rodea [...]. Como antes comentaba, a pesar de haber problemas serios como es el quedarse sin nada, la bondad y el preocuparse por los demás serán temas que irán apareciendo poco a poco para demostrar que ante la adversidad los amigos están para ayudarse sea como sea, cueste lo que cueste, se tarde lo que se tarde.
De golpe la historia toma un camino distinto e introduce una set piece donde tendrá su carta de presentación y su momento de gloria Tigger. Si bien es cierto que Pooh es el protagonista absoluto, este tigre alocado, alegre, ingenuo y repleto de vida será quien robe toda la atención convirtiéndose, quizás, en el personaje más querido por el público [...]. Otra de las razones por la cual este personaje representa a la perfección todo lo que simboliza esa parte de cualquier ser humano es que tiene una imaginación desbordante para las situaciones más comunes hasta tal punto de inventarse personajes ficticios cambiándoles el nombre (Efelantes y Guartas). Eso conlleva a que Pooh acabe teniendo pesadillas con los mismos en una de las escenas más oníricas, surrealistas y fascinantes de la película [...].
- continúa en spoiler -
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
[...] Es en el clímax de la ecuación cuando tendrá presencia el instante más dramático de toda la película en referencia a la casa de Piglet. Aquí los dibujantes logran hacer diana en las emociones más primigenias consiguiendo que un personaje animado se convierta en un auténtico festival de lacrimógenos resultados. La forma en cómo el cerdito debe abandonar el lugar entre balbuceos lacrimógenos y cómo Pooh, amigo fiel y leal hasta el final, lo evita es, quizás, uno de los momentos más tiernos, entrañables, dramáticos y emocionantes de toda la factoría Disney sin miedo a equivocarme al escribirlo.
Sin embargo el tercer y último corto, “Winnie Pooh ¡y Tigger también!”, se antoja no sólo el más irregular de todos sino también el más aburrido. Quizás al haberse realizado muchos años después de los dos anteriores se pierde un poco no sólo el tono sino la esencia del producto en sí. No es que desentone en sus intenciones pero sí podría decirse que anda perdido tanto en realización como en la historia [...].
[...] será el epílogo el que a pesar de permanecer dentro de las lindes de esa utopía el que sirve de despertador para ese dulce sopor que encierra la infancia para pasar a la vida de adulto. En los minutos finales Christopher Robin disfruta de los últimos días felices sin hacer nada de vital importancia para ir en breve a la escuela [...] son en las últimas frases que comparten el niño y el oso, dos personajes cuya amistad tristemente tiene fecha de caducidad, donde se encuentra encerrada una de las verdades más universales de todo ser humano. Mientras caminan hacia el horizonte, símbolo del fin de una era y el principio de otra, se juran que nunca se olvidarán el uno del otro [...]. Uno crece y lo que se pierde primero es la inocencia que venía atada a la infancia. Mientras tanto, hasta llegar a ese momento de cruda realidad, los dos van saltando felices, juntos, como lo que son y serán: los mejores amigos.
Es fácil caer en el error de criticar un título tan bienintencionado como “Lo mejor de Winnie Pooh”. Es cómodo señalarlo como un producto infantil (casi infantiloide), que no enseña nada nuevo y que lo que muestra es sólo para niños. Incluso se puede llegar a la mala opinión de que cuanto ofrece es aburrido, carente de contenido y no sucede nada digno de mención. No seré yo el que critique o menosprecie las opiniones ajenas pero no se me ocurriría despojar de valores y virtudes un producto como el de este título. Es cierto que estamos ante un título infantil. La razón es sencilla: mostrar la esencia de los recuerdos, vivencias y aventuras de todo cuanto rodea la infancia de cualquier niño a través de su imaginación y sus amistades, en este caso sus juguetes y sus amigos, que a veces pueden llegar a ser lo mismo. Vivimos en un mundo donde apenas hay bondad, los pequeños crecen demasiado deprisa y todo cuanto les rodea les obliga a hacerse mayores sin disfrutar las mieles que la niñez ofrece y regala sin pedir nada a cambio. Estamos acostumbrados a que por razones de lógica si hay buenos debe haber malos y si hay más de los segundos mejor. Aquí no hay nada que pueda rozar un atisbo de maldad, no hay nada que doblegue el espíritu noble e inocente, práctico y para nada dogmático de que hacer el bien trae beneficios y le hace a uno estar feliz con los demás y con uno mismo. Querer encontrar hipocresía o buscar quiméricas triquiñuelas en un producto tan inocente y blanco como Winnie Pooh es querer encontrar los tres pies al gato cuando ni lo necesita ni lo pretende. Es posible que sea uno de los filmes menos reseñados y uno de los menos desatacados pero con toda seguridad es uno de los títulos más honestos de cuantos ha llegado a ofrecer Disney en toda su historia y creo que en eso, tanto maestro como dibujantes, están orgullosos de ello.
Crítica completa aquí: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2018/02/23/critica-lo-mejor-de-winnie-the-pooh-wolfgang-reitherman-1977-nostalgica-infancia/
Sin embargo el tercer y último corto, “Winnie Pooh ¡y Tigger también!”, se antoja no sólo el más irregular de todos sino también el más aburrido. Quizás al haberse realizado muchos años después de los dos anteriores se pierde un poco no sólo el tono sino la esencia del producto en sí. No es que desentone en sus intenciones pero sí podría decirse que anda perdido tanto en realización como en la historia [...].
[...] será el epílogo el que a pesar de permanecer dentro de las lindes de esa utopía el que sirve de despertador para ese dulce sopor que encierra la infancia para pasar a la vida de adulto. En los minutos finales Christopher Robin disfruta de los últimos días felices sin hacer nada de vital importancia para ir en breve a la escuela [...] son en las últimas frases que comparten el niño y el oso, dos personajes cuya amistad tristemente tiene fecha de caducidad, donde se encuentra encerrada una de las verdades más universales de todo ser humano. Mientras caminan hacia el horizonte, símbolo del fin de una era y el principio de otra, se juran que nunca se olvidarán el uno del otro [...]. Uno crece y lo que se pierde primero es la inocencia que venía atada a la infancia. Mientras tanto, hasta llegar a ese momento de cruda realidad, los dos van saltando felices, juntos, como lo que son y serán: los mejores amigos.
Es fácil caer en el error de criticar un título tan bienintencionado como “Lo mejor de Winnie Pooh”. Es cómodo señalarlo como un producto infantil (casi infantiloide), que no enseña nada nuevo y que lo que muestra es sólo para niños. Incluso se puede llegar a la mala opinión de que cuanto ofrece es aburrido, carente de contenido y no sucede nada digno de mención. No seré yo el que critique o menosprecie las opiniones ajenas pero no se me ocurriría despojar de valores y virtudes un producto como el de este título. Es cierto que estamos ante un título infantil. La razón es sencilla: mostrar la esencia de los recuerdos, vivencias y aventuras de todo cuanto rodea la infancia de cualquier niño a través de su imaginación y sus amistades, en este caso sus juguetes y sus amigos, que a veces pueden llegar a ser lo mismo. Vivimos en un mundo donde apenas hay bondad, los pequeños crecen demasiado deprisa y todo cuanto les rodea les obliga a hacerse mayores sin disfrutar las mieles que la niñez ofrece y regala sin pedir nada a cambio. Estamos acostumbrados a que por razones de lógica si hay buenos debe haber malos y si hay más de los segundos mejor. Aquí no hay nada que pueda rozar un atisbo de maldad, no hay nada que doblegue el espíritu noble e inocente, práctico y para nada dogmático de que hacer el bien trae beneficios y le hace a uno estar feliz con los demás y con uno mismo. Querer encontrar hipocresía o buscar quiméricas triquiñuelas en un producto tan inocente y blanco como Winnie Pooh es querer encontrar los tres pies al gato cuando ni lo necesita ni lo pretende. Es posible que sea uno de los filmes menos reseñados y uno de los menos desatacados pero con toda seguridad es uno de los títulos más honestos de cuantos ha llegado a ofrecer Disney en toda su historia y creo que en eso, tanto maestro como dibujantes, están orgullosos de ello.
Crítica completa aquí: https://claquetadebitacora.wordpress.com/2018/02/23/critica-lo-mejor-de-winnie-the-pooh-wolfgang-reitherman-1977-nostalgica-infancia/