Manane Rodríguez, directora uruguaya afincada en España, ha querido dar su visión de una mujer libre e independiente, liberada de todo compromiso menos el profesional en la que es abogada experta en divorcios. No quiere relaciones serias con hombres, seguramente porque lo que ve y vive en el día a día así se lo hace ver. Sin embargo hay momentos en los que siente la necesidad de esa compañía, no continuada pero sí ocasional. Una de las personas con las que une sus ratos de ocio surge de una separación que litiga ella, y en la que el personaje masculino deja bastante que desear, no en su papel, si no en su interpretación. Ha tratado de darle al guion una forma de puzle, construido a base de momentos de esta mujer y de las amigas que le rodean que se encuentran en similares circunstancias, pero nos da la impresión de que algunos de los fragmentos no acaban de encajar muy bien. Hay personajes que no se justifican en su actitud o tal vez no están bien definidos, como ocurre con la alcohólica interpretada por Miriam Mézières. La película resulta curiosa y desde luego se nota que es cine feminista, hecho por una mujer con hombres al fondo, pero no por eso la voy a calificar más, para mí es 4 porque es irregular y regular.