Típico relato de intriga dentro de la tradición de la Guerra Fría, tras el fin de la contienda, que en su momento tuvo mucha aceptación, aunque, verdaderamente, no fue para tanto. No es una mala película, empieza con mucho ritmo pero decae mucho porque se mete en un laberinto de situaciones que creo que debido de confundir hasta al propio director.

Dejando al margen sus claras intenciones propagandísticas, cuenta con una construcción aceptable, aunque su ritmo falle en más de una ocasión, como decía anteriormente. Debut en la dirección del guionista Nunnally Johnson (Las uvas de la ira), que dos años después volvería a trabajar con Gregory Peck en El hombre del traje gris. El actor encarna a un oficial destinado a Berlín, que ha quedado en ruinas tras la guerra. Allí descubrirá todas las miserias de la contienda y la mezcla de ideas, países, y personas, de muchas nacionalidades, y con pretensiones todos de poder, y, como no, hay tiempo para una historia de amor, que no destaca especialmente en nada.

El foco, no obstante, se pone en los gobernantes rusos, auténtico canallas según esta historia, como no puede ser de otra manera. Un 6 es una puntuación muy generosa. Menos sería algo injusto..