Las estanterías de los videoclubs son el hábitat natural de la saga Campeón de Campeones, una serie que no tuvo paso por los cines, lo que no evitó su éxito en alquiler. El buen recibimiento de la primera entrega dio a lugar a tres secuelas, la primera de las cuales es la única que cuenta con los responsables del film original: el director Robert Radler, y los intérpretes Eric Roberts, Phillip Rhee, Chris Penn, Edan Gross y Simon Rhee. Las nuevas incorporaciones son Ralf Moeller (Gladiator), Meg Foster (Están Vivos), Sonny Landham (el indio de Depredador), Wayne Newton y Patrick Kilpatrick (Minority Report).

Han pasado cuatro años desde lo acontecido en la primera parte, y tres de los protagonistas de aquella (Roberts, Rhee y Penn) tienen un gimnasio conjunto. Uno de ellos, Travis Brickley (Penn), está metido en peleas clandestinas y es asesinado en combate por Brakus (Moeller), el mastodonte campeón del coliseo donde se celebra el espectáculo. Sus amigos clamarán venganza y bla bla bla...

Rocky IV + Walker Texas Ranger. Con el guión de la primera y la realización de cualquier capítulo de la segunda nos queda Campeón de Campeones 2. Una secuela que sigue los parámetros de la original, más entrenamiento, más combates y un duelo final por todo lo alto. La mejora respecto a la primera parte es un mayor esmero en cuidar las coreografías de los combates, e incluso alguna escena de acción resultona, explosiones incluidas.

Realizada con poco dinero y las mismas pocas pretensiones, el tiempo la ha tratado peor que a su antecesora y vista hoy guarda un look casposo -los cutre-escenarios, ese villano que parece sacado de dibujos animados- equiparables a las producciones karatecas 'direct to video' protagonizadas por Michael Dudikoff en los ochenta (El Guerrero Americano y sus cincuenta partes). Salvan la papeleta la presencia de un Eric Roberts en horas bajas y el talento de Phillip Rhee para las artes marciales.