Me llamó la atención este mundo postapocalíptico en el que la situación es una gran y gigantesca mierda ya que un holocausto nuclear se lo ha llevado todo por delante y los supervivientes (polacos, esta vez, pero es de suponer que el resto del mundo estará igual) están resguardados en un refugio que se cae a pedazos como un edificio construido por Pepe Gotera y Otilio y sus únicas esperanzas consisten en la llegada de un arca que los salven a todos.

La chicha de este filme de Piotr Szulkin (primera película que veo suya) consiste en la gente, en contemplar como se han adaptado tras despedirse de la vida tal y como la conocían y comprobar si mantienen su cordura intacta o han perdido cualquier rasgo de raciocinio. Entre ellos está el protagonista, llamado Soft, quien se ocupa de mantener el clima más o menos en marcha alimentando la moral de los supervivientes y dándoles cosas que hacer, claro que no todos le siguen a pies juntillas y se encuentra con ovejas descarriadas que han perdido la esperanza de salvación o se aferran tanto a ella que cometen locuras. Una situación muy triste que vivir, sin duda.

Siempre hay el riesgo de retratar a un grupo limitado de actores y actrices en un espacio cerrado y que caiga en el aburrimiento absoluto. En este caso no sucede porque siempre hay algo que está pasando y no hay espacio para el parón; por otro lado, da la sensación de que es un largometraje que se deja maniatado por sus limitaciones de espacio y personajes y no muestra apenas situaciones extraordinarias, salvo una secuencia de millonarios excéntricos o contemplar a varias mujeres haciendo equilibrismo sobre cuerdas. Entiendo el mensaje de reflexión sobre la pérdida de la esperanza o tener demasiada de ella y las analogías con el comunismo; aún con todo, no deja un gran impacto al final del visionado.

Eso sí, es una propuesta más o menos original dentro de esta temática de post apocalipsisis (que por aquel entonces ya se habían dado algunos filmes como 'El planeta de los simios' o 'Mad Max. Salvajes de autopista', entre tantos otros) en el que se explora el estado más mental que físico de los supervivientes con ciertos toques de surrealismo en algunas secuencias. Es una obra curiosa; sin embargo, como digo, no tiene momentos de gran cine y se queda en un visionado apañado con Jerzy Stuhr llevando el peso del filme a sus espaldas sin muchos problemas.