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Voto de antistenes:
3
13 de abril de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que habría que revisar es la sinopsis que se ofrece en esta página, que no tiene nada que ver son la película.
La idea de la película es medio original, una síntesis entre Robocop y Bourne, pero está mal contada. El guion deja flecos todo el rato y las referencias iniciales a la Psicología y los fenómenos entre hermanos gemelos provocan confusión.
Las interpretaciones son nada más que aceptables. Es curiosa la progresiva deriva en los trabajos de Jonathan Rhys Meyers hacia el papel de malo sicópata que ya anunciaba en la serie de los Tudor. Para mí, el mejor es Michael Biehn que borda un cínico policía en su línea habitual. En cambio, el supuesto protagonista, Cam Gigandet, aparte del lucimiento de sus músculos, no aporta demasiado, y la chica, Brit Shaw, tampoco va a ganar un Óscar por su trabajo aquí.
También parece un serio hándicap a la posible calidad de la película su bajo presupuesto. No solo los efectos especiales cantan por peteneras, los escenarios son todos de baratillo aprovechando locales industriales y comerciales abandonados, y, cuando hay decorados ad hoc para el film, el resultado es aun más lamentable (véase spoiler)
En resumen una idea medio aprovechable malograda por la falta de medios económicos e intelectuales de productores, guionistas y directores.
La idea de la película es medio original, una síntesis entre Robocop y Bourne, pero está mal contada. El guion deja flecos todo el rato y las referencias iniciales a la Psicología y los fenómenos entre hermanos gemelos provocan confusión.
Las interpretaciones son nada más que aceptables. Es curiosa la progresiva deriva en los trabajos de Jonathan Rhys Meyers hacia el papel de malo sicópata que ya anunciaba en la serie de los Tudor. Para mí, el mejor es Michael Biehn que borda un cínico policía en su línea habitual. En cambio, el supuesto protagonista, Cam Gigandet, aparte del lucimiento de sus músculos, no aporta demasiado, y la chica, Brit Shaw, tampoco va a ganar un Óscar por su trabajo aquí.
También parece un serio hándicap a la posible calidad de la película su bajo presupuesto. No solo los efectos especiales cantan por peteneras, los escenarios son todos de baratillo aprovechando locales industriales y comerciales abandonados, y, cuando hay decorados ad hoc para el film, el resultado es aun más lamentable (véase spoiler)
En resumen una idea medio aprovechable malograda por la falta de medios económicos e intelectuales de productores, guionistas y directores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
De vergüenza ajena es la escena en la que el protagonista va en busca de los datos y las armas para su última misión. Su contacto le da una dirección: “Consigna xxx Union Station Baltimore”, y el director nos lo manda a un taller abandonado, en las afueras de la ciudad, donde hay dos taquillas desvencijadas, un coche abandonado y unas mesas llenas de polvo y basura. Atención especial al candado de alta tecnología que cierra la taquilla-consigna oxidada.
La consulta del siquiatra siniestro tampoco tiene desperdicio, con sus archivos científicos ultrasecretos: un armario ropero sin cierre con una caja de cartón dentro. En realidad parece el piso de alguno de los miembros del equipo del que se han sacado los muebles y se ha tapado la pared que aparece siempre tras el protagonista con una cortina. Atención especial también a la funcional mesa del loquero.
El escenario final en un supuesto subterráneo es también bochornoso, salpicado de llamitas y chatarras que supuestamente forman un sofisticado laboratorio de biotecnología. Destaca el botellón donde tienen al clon regenerándose, que revienta con un golpecito de la chica. Y una vez fuera, el clon es activado ¡con una llamada de móvil!
Llegó un momento en que dudé si no estaría viendo un ensayo de minimalismo cinematográfico.
Y luego el guion. ¿Para qué necesitan al clon asesino si continuamente lo siguen unos tipos con un francotirador encargado de matarlo si no obedece su “condicionamiento”? (Por cierto los guionistas no tienen ningún escrúpulo en copiar de “La naranja mecánica” el método de condicionamiento, con los alambres que le obligan a abrir los ojos incluidos, pero no para asociar lo que quieren que olvide con escenas de nazis o de terror, sino con unas imágenes neutras: o no entendieron nada de la película de Kubrik, o quieren reírse de los espectadores) ¿Cómo regeneran al clon? ¿Cómo lo vuelven a instalar en su casa? ¿Cómo le restauran siempre una misma personalidad que le permite reanudar su vida cotidiana con su “mujer”?
Y sobre todo, en la escena final ¿cómo se cruza la chica con el ascensor que cae al fondo mientras ella asciende por el mismo hueco del cajón agarrada al cable que ha cortado el protagonista? ¿Y cómo huye luego de la casa que camufla la entrada al subterráneo, una cabaña de madera que explota totalmente –en un efecto tan cutre que pone la guinda final a la película– en medio de un bosque virgen, sin instalaciones de acceso de energía, o simplemente una carretera para los que allí curran?
La consulta del siquiatra siniestro tampoco tiene desperdicio, con sus archivos científicos ultrasecretos: un armario ropero sin cierre con una caja de cartón dentro. En realidad parece el piso de alguno de los miembros del equipo del que se han sacado los muebles y se ha tapado la pared que aparece siempre tras el protagonista con una cortina. Atención especial también a la funcional mesa del loquero.
El escenario final en un supuesto subterráneo es también bochornoso, salpicado de llamitas y chatarras que supuestamente forman un sofisticado laboratorio de biotecnología. Destaca el botellón donde tienen al clon regenerándose, que revienta con un golpecito de la chica. Y una vez fuera, el clon es activado ¡con una llamada de móvil!
Llegó un momento en que dudé si no estaría viendo un ensayo de minimalismo cinematográfico.
Y luego el guion. ¿Para qué necesitan al clon asesino si continuamente lo siguen unos tipos con un francotirador encargado de matarlo si no obedece su “condicionamiento”? (Por cierto los guionistas no tienen ningún escrúpulo en copiar de “La naranja mecánica” el método de condicionamiento, con los alambres que le obligan a abrir los ojos incluidos, pero no para asociar lo que quieren que olvide con escenas de nazis o de terror, sino con unas imágenes neutras: o no entendieron nada de la película de Kubrik, o quieren reírse de los espectadores) ¿Cómo regeneran al clon? ¿Cómo lo vuelven a instalar en su casa? ¿Cómo le restauran siempre una misma personalidad que le permite reanudar su vida cotidiana con su “mujer”?
Y sobre todo, en la escena final ¿cómo se cruza la chica con el ascensor que cae al fondo mientras ella asciende por el mismo hueco del cajón agarrada al cable que ha cortado el protagonista? ¿Y cómo huye luego de la casa que camufla la entrada al subterráneo, una cabaña de madera que explota totalmente –en un efecto tan cutre que pone la guinda final a la película– en medio de un bosque virgen, sin instalaciones de acceso de energía, o simplemente una carretera para los que allí curran?