"Seed of Chucky" podrá representar todo lo que se supone no debería ser el cine, al menos desde la óptica más tradicional, sin embargo, su absurdo se ha gando un lugarcito en la cultura pop contemporánea y vale la pena echarle un vistazo.

Lo risible empieza con sólo leer la sinopsis y darse cuenta que Chucky, aún en su condición de criatura infernal asesina, ha decidido adaptarse al sistema de familia nuclear patriarcal, como lo haría cualquier hijo de vecino.

Lo grotesco y sangriento por sí mismo, junto con el recurso paródico son tal vez los dos ingredientes principales de esta película, siendo este último lo mejor de ella. Jennifer Tilly haciendo mofa de su condición de actriz, la ambiguedad sexual del pequeño retoño aludiendo a "Glen or Glenda" (casualmente dirigida por el disque peor director de la historia del cine), una nada gratuita aparición del "padre del trash" John Waters y la grosera comparación entre el personaje de Redman y el pretencioso de Mel Gibson.

No se trata de encontrarle a la cinta, cualidades que no tiene. Seed of Chucky es una película terrible, pero aún así, tiene un particular encanto. Hecha con total desenfado e irreverencia, no necesita de concesiones, burlándose chabacanamente de lo sagrado y lo profano por igual. Una muy digna para el apartado "Lo confieso: películas malas que me gustan".