Muchas cosas notables que resaltar de esta película: la ambientación, las escenas de acción bien resueltas, la tensión no decae en general, la música de Jean Marion (realmente interesante) y la hermosa y triste canción "Sous le ciel de Paris" interpretada por Jill Haworth que casa perfectamente con el espíritu que planea sobre el film.
Quizás los últimos minutos de metraje hacen que el final sea algo deslucido, y las actuaciones de algunos de los actores no hacen del todo creíble las visicitudes de alguno de los personajes, pero desde luego es un largometraje que entretiene y nos invita a reflexionar sobre la riqueza y la pobreza, a través de los intrincados caminos de la vida y del destino, como en la novela por entregas de Eugène Sue en la que se basa la cinta (obra romántica e influenciada ya por las ideas socialistas que el director de la película, André Hunebelle, sabe transmitir).
Estos valores los vemos encarnados en el Marqués Rodolphe de Sombreuil (Jean Marais) quien, a raíz de un incidente con su carruaje, irá tomando conciencia del sufrimiento de los más desfavorecidos, mezcándose entre ellos y viviendo así su lado altruista que le liberará de una vida que parecía no satisfacerle realmente.
A destacar la escena donde el protagonista lucha por no morir ahogado y acabar flotando en el Sena, la música recuerda algo al Bernard Herrmann acuático de "El Cabo del Terror" (del mismo año, por cierto, 1962).