El director de La leyenda de la mansión del infierno dirige en esta ocasión una curiosa y arriesgada obra de terror bastante convincente. Aunque por su argumento puede caer en el ridículo, la habilidad de su director solventa estos problemas y consigue que resulte creíble.

Se trata de una historia de suspense sobre una familia que vive en una isla de la costa de Seattle a la que llegan por accidente un grupo de jóvenes después de que se estropeara su aeroplano. Una vez allí son acogidos por dicha familia, quienes en un principio se muestran amables con ellos, pero a medida que pasa el tiempo empiezan a sucederse comportamientos extraños y altamente inquietantes que pondrán en alerta a los muchachos al verse en peligro.

La sensación que tengo después de verla es positiva y conforme pasa el tiempo me convence más. No le veo fallos, no es ninguna maravilla pero a mi no me ha desagradado. Me esperaba otra chorrada desfasada e infumable pero me ha gustado, así que un siete para subirle la media.