Stallone está mayor y lo sabe. Pero el bueno de Sly no se ha rendido nunca. No se rindió cuando nadie se lo tomó en serio al empezar en esto del cine. No se rindió cuando la mayoría de sesudos críticos lo calificaron como una simple masa de músculos sin cerebro. No se rindió cuando le acusaron de ser un esbirro de Reagan y de su política. No se rindió cuando la gente se reía de él cada vez que estrenaba la enésima parte de Rocky o Rambo. No, él nunca se ha rendido.

Y después de demasiados años alejado del 'Star-system', enfrascado en proyectos que no hacían justicia a un tipo de su carisma y de su talento (nominado al Oscar al mejor actor y al mejor guión original por 'Rocky', no lo olvidemos), descubrió... el poder de la nostalgia. Efectivamente, se dio cuenta de que a sus fans (que son legión) les encantaría poder verle en pantalla como lo que ya era: una estrella cuya luz se había ido apagando poco a poco... hasta hacerse casi invisible.

Y de repente rodó 'Rocky Balboa', que era justo eso: la plasmación en imágenes del ocaso de una estrella. E hizo una estupenda película que encantó a sus fans de siempre. Después, lo volvió a intentar (esta vez con un resultado algo inferior) con 'John Rambo'... y a vuelto a hacerlo con 'The Expendables', que sin ser una maravilla del 7º arte, dejará más que satisfecho al espectador medio amante del cine de acción.

El guión no es nada del otro mundo, y se nota que el presupuesto fue más bien justito, pero el magnetismo de las estrellas que aparecen junto a una acción bien resuelta, lo compensan sobradamente. Y además, está el poder de la nostalgia... y Sly lo sabe.