Iba con cierta buena predisposición a ver esta película: sin críticas ni puntuaciones en "Filmaffinity" (lo que genera curiosidad), una sinopsis que suena a interesante y un inicio lento que podría colocar la película entre mis queridas "aburridas pero geniales". Se cumplió el pronóstico de aburrida (a pesar del escaso metraje), pero ninguno más: la película pretende retratar silencios en una gasolinera perdida, pero sólo consigue bostezos y exasperación. El personaje de Jorge Roelas cae continuamente en el estereotipo, el pobre Héctor Alterio parece no saber cómo ha caído en tamaño bodrio, y ningún personaje resulta mínimamente creíble. Pero lo peor estaba por llegar: cuando intenta ponerse melodramático (de forma simplona y nada conseguida) la película pasa de aburrida e insignificante a patética e indigna. Se ven tan claras las intenciones como el sonado fracaso.