Como en la original, Haneke nos vuelve a hacer sentirnos miserables y nos reporta una terrible experiencia. Fui a verla con un par de amigos los cuales no habían visionado la primera versión y salieron del cine reconociendo haber visto un gran ejercicio fílmico, pero una experiencia humanamente deplorable. Se sentían mal. Y yo peor que ellos. Me sentí doblemente repugnante por llevarme a mí y a mis amigos de revisita al parque temático del sadismo. Nunca más se la recomendaré a nadie ni le invitaré a verla junto a mí. Pero tampoco haré lo contrario. Es una decisión personal entrar en los funny games de Haneke (ya sean los Austriacos o los USA) y pienso que nadie te debe empujar a ello. Luego es muy fácil echar las culpas a otro y restarse carga de responsabilidad moral tras ver semejante espectáculo. Yo me lancé al abismo por mi cuenta y nadie tiene la culpa.
Para finalizar, dejar clara mi más profunda admiración por Haneke y su capacidad de hacer cine que provoque muchas sensaciones y sentimientos turbadores en el espectador.