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Argentina Argentina · Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Voto de El Golo Cine:
7
Drama Matteo Scuro (Marcello Mastroianni), un funcionario rural ya jubilado, decide recorrer Italia para visitar a sus cinco hijos, que viven en diferentes ciudades. Pero, desgraciadamente, este viaje sólo le sirve para comprobar que, bajo una apariencia de prosperidad y bienestar, la vida de sus hijos y sus familias está marcada por la tristeza y la insatisfacción. Tras el éxito de "Cinema Paradiso", Tornatore vuelve a hacer un emotivo ... [+]
7 de julio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Stanno tutti bene (1990) el director italiano Giuseppe Tornatore muestra el viaje por Italia de un adulto mayor, interpretado por Marcello Mastroianni, que busca reunir, quizás por última vez, a todos sus hijos.

Por Nicolás Bianchi

No hay peor ciego que el que no quiere ver dice el saber popular, en este caso aplicable al personaje central de Stanno tutti bene (1990), película de Giuseppe Tornatore, director italiano más conocido por haber hecho Cinema Paradiso (1988). Matteo Scuro (Marcello Mastroianni) es un hombre mayor que vive en Sicilia y decide emprender un viaje para visitar a sus cinco hijos que habitan en distintas ciudades de Italia.

Desde un principio el personaje parece tener cierta desconexión con la realidad ya que se encuentra hablando solo en la cocina de su casa mientras desayuna. Peor aún, no solo dice palabras al aire sino que mantiene una suerte de diálogo imaginario con alguien que no está, porque frente a él hay solo una silla vacía. Al partir, en la estación conversa con el guarda y desde el tren le pide a gritos que le mande saludos a su padre, a lo que el ferroviario le indica que éste ha muerto. Matteo, sin acusar recibo, exclama nuevamente para que le envíen su mensaje a su viejo amigo a lo que el guarda, ya resignado, asiente. El personaje no ve o no quiere ver lo que sucede a su alrededor.

Así se inicia una especie de road movie por Italia en la que Matteo va a intentar reencontrarse con sus cinco hijos, a los que evidentemente lleva un tiempo sin ver. La primera parada es Nápoles, donde le es imposible hallar a Álvaro ya que no contesta el teléfono ni el timbre de su casa. Desde un principio las ciudades se presentan como un terreno sumamente hostil para Matteo. Hay delincuencia, contaminación y, sobre todo, la más completa indiferencia por parte de los habitantes, siempre más jóvenes que él. Entre él, un anciano, y los jóvenes existe una distancia que no puede ser salvada en ningún momento porque Matteo tampoco se muestra hábil para hacerlo ya que solo parece querer contarle a todo el mundo sobre sus hijos, lo que para los desconocidos es un tema sin el mayor atractivo.

La idea que Matteo tiene de su vida y la de sus hijos está completamente distorsionada. Desde el primer momento en el que se encuentra con ellos Tornatore nos lo indica al ubicar en el lugar de los hijos, todos rondando los treinta o cuarenta años, a niños porque el padre todavía ve a su descendencia como si fueran infantes. La otra forma de auto engaño es observarlos como personas sumamente exitosas. Matteo llega a Roma, luego de su fracaso napolitano, y se reúne con Cannio (Marino Cenna), otro de sus hijos, que se dedica a la política. Matteo lo ve como un referente del partido político en el que trabaja aunque Cannio sea apenas un asesor de segundo orden de un legislador. Todos juegan el juego de la hipocresía en el que sobreactúan importancia y felicidad, cuando en verdad llevan una vida sumamente ordinaria y plagada de problemas, como la de cualquier persona del común.

La película también retrata un espíritu de época. Es 1990, luego del derrumbe del socialismo ya se comienza a percibir la oleada de individualismo que arreciará en el mundo. Las comunicaciones y las tecnologías también están por revolucionarse. Ya a Matteo le cuesta horrores lidiar con el teléfono y los contestadores automáticos, que lo separan aún más de sus hijos. Mientras, los niños, los bebés ya están hipnotizados por las pantallas. Ya no existe más el mundo de las cartas escritas a mano y las frecuentes visitas presenciales que añora Matteo. Y nadie parece estar dispuesto a realizar un esfuerzo para que los adultos mayores se sientan a gusto en las grandes ciudades.

Quizás el punto más alto del film sea la musicalización, a cargo de Ennio Morricone. Los temas instrumentales proveen de una fluidez muy necesaria a las acciones. Los viajes entre ciudades y los momentos de espera cobran así otra relevancia. Los días de Matteo son interrumpidos por sueños que representan su miedo a perder sus hijos, lo cual está bellamente filmado en unas escenas de playa. El interludio de su viaje, en el que conoce a una señora también sola (Michele Morgan), acentúan los propósitos del personaje, que no quiere solucionar sus problemas, sino llevar su mirada irreal de su vida hasta las últimas consecuencias. Vivir en una farsa continuada es, en parte, una elección.

Tornatore y la película fueron premiados en el Festival de Cannes 1990. Stanno tutti bene fue también reversionada por Hollywood en 2009 bajo el título Everybody´s fine con Robert De Niro en el papel de Mastroianni.
El Golo Cine
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