Tras casi hora y media de un interesante e inquietante desarrollo de una trama bien hilvanada, con la suficiente capacidad de interés, los 15 minutos finales tiran por la borda un estupendo trabajo tanto de actores, director y guionista.
Pese a algunos diálogos ocurrentes y lúcidos pero un poco forzados, pese a alguna escena más cerca de la telenovela venezolana que de un Thriller con peso (por ejemplo la escena del caballo y sexo a la sombra del árbol), pese a una desaprovechada interpretación de Cecilia Roth en un papel y en un guión que no es a su medida. Pese a todo ello, Marcelo Piñeiro consigue que nos sumerjamos en una bien escrita trama que combina los mejores elementos del Thriller y una estructura de guión al más puro estilo Tarantino o Iñárritu/Arriaga. Seducción, poderosas y creíbles relaciones familiares padre-hijos y hermanos, poder económico vs. poder político y extorsión judicial se entrelazan y enredan al espectador en una inquietante espiral de sucesos.
Todo ello es creíble, y además se adereza con escenas de gran fuerza visual y musical (escena del baile griego en el cumpleaños del personaje de Héctor Alterio), pero todo ello se desmorona en una escena en particular y en general en los últimos 15' más chapuceros que he podido ver en muchos años. No sé que pasó por la cabeza de Marcelo Piñeiro o de los productores para desperdiciar esta buena historia con un desenlace tan apresurado e inverosímil, pero cualquier cosa que haya pasado por sus cabezas, ésta es enemiga y está reñida con los principios del mejor cine clásico, influencias de las que esta película bebe hasta que termina atragantándose.