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Drama. Acción
Se centra en un excéntrico y decidido equipo americano de ingenieros y diseñadores, liderados por el visionario automovilístico Carroll Shelby (Damon) y su conductor británico Ken Miles (Bale). Henry Ford II y Lee Iacocca les dan la misión de construir desde cero un nuevo automóvil con el fin de derrocar el dominio de Ferrari en el Campeonato del Mundo de Le Mans de 1966. (FILMAFFINITY)
23 de noviembre de 2019
281 de 416 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este tipo de películas sobre temas tan minoritarios como el automovilismo, y más cuando se trata de una competición algo más desconocida (no es la más popular F-1) y ambientada hace décadas, pueden enfocarse de dos maneras:
- una es hacer una cinta que tome como trasfondo el automovilismo, pero buscando ante todo un entretenimiento, espectáculo sin más para los que son aficionados y para los que no (sobre todo para estos últimos, que son la mayoría). Aquí, cualquier parecido con la realidad, tanto en los personajes como en el desarrollo de las carreras, es pura coincidencia, ni se pretende. Ejemplos podrían ser "Días de trueno", o sobre todo la disparatada "Driven", con el inefable Stallone.
- la otra sería un tipo de película con rigor histórico y técnico, para reflejar de la forma más fiel posible cómo eran este tipo de carreras. Entonces el problema es que puede convertirse en un pseudo-documental que hará las delicias de frikazos de las competiciones del motor, pero resultará tediosa para el público general, que además no entenderá buena parte de los aspectos técnicos. En esta línea se encuentra la célebre cinta de "Las 24 Horas de Le Mans" de Steve McQueen, y la magnífica "Grand Prix" de John Frankenheimer. En cualquier caso el nicho de espectadores de estas dos claramente son aficionados al deporte del motor. Pero ambas tienen el gran acierto de entregar una recreación dramatizada. Es decir, una historia de ficción con personajes ficticios, aunque tomando como inspiración, respectivamente, una carrera (Le Mans 70) o campeonato real (el mundial de F-1 de 1965), y personajes reales. Se tomaba así la prudencia de no querer contarnos en ningún momento unos hechos reales al 100 %, algo que sí pretende hacer “Le Mans ‘66”, y es ahí donde naufraga estrepitosamente.
Una mezcla de ambos planteamientos se produjo, de forma muy acertada, en la estupenda “Rush” de Ron Howard. Pero si esto era lo que se pretendía en “Le Mans ‘66”, el resultado ha sido equivocado, porque al final es una película claramente orientada al espectáculo palomitero con el grave error, que a mi juicio condena la cinta, de querer, presuntamente, contarnos unos hechos y personajes reales. Y no lo hace, porque casi todos los aspectos técnicos, cronológicos, o deportivos que aparecen, están manipulados, o directamente inventados, falseados. Es decir, que el rigor histórico que se supone debe tener, no existe por ningún lado.
Director y guionistas juegan con la baza a favor que el 99,9 % de los espectadores de esta cinta no tendrán ni idea de cómo se desarrollaron realmente los hechos que ocupan la película, el célebre duelo entre el gigante norteamericano Ford y el prestigioso Ferrari a mediados de la década de 1960. Para situarnos, convendría saber que en aquella época, el campeonato del mundo de resistencia, con coches tipo GT y sport-prototipos, era una competición con tanto prestigio o más que el mundial de F-1, y la carrera reina era las 24 Horas de Le Mans.
Desconociendo esta historia, posiblemente la película incluso dejará un buen sabor de boca: escenas más o menos espectaculares de carreras, sonido atractivo, actores populares… incluso hay buenos y malos, épica, drama... Es decir, que la película cumple correctamente con el factor espectáculo. Y digo correctamente sin más, porque también en el apartado técnico esperaba “algo” más. No está mal resuelta, pero tampoco se hace gala de unos medios técnicos apabullantes. Incluso antes de verla pensaba que habrían utilizado de forma más amplia efectos digitales para recrear ciertos coches de carreras de la época, o diversas zonas del circuito de Le Mans, y luego no es así. De hecho, algunos aficionados echarán de menos un buen número de coches de la época que no aparecen, y peor aún, como varios otros son burdas recreaciones que ni siquiera se parecen a los originales. Resulta sorprendente como la película de McQueen, rodada en 1970, sí era capaz de mostrarnos algunas réplicas extraordinariamente fieles, y en cambio en esta, 49 años después, con unos medios técnicos infinitamente superiores, aparecen algunos coches totalmente falsos, inventados (pocos, cierto, y sólo al final, pero ahí está el dato). Además, algunas escenas en pista de Le Mans quedan desangeladas y se echa en falta algo más de “tráfico” en pista, público, etc.
En cuanto a los actores, pues Matt Damon está en su línea, como una paella sin sal, y el que más se esfuerza es Bale, que este sí es un actorazo, pero tampoco será su papel más recordado. Además, por desgracia, el penoso doblaje daña bastante el resultado final. Imagino que en V.O. ganará enteros.
Pero vamos al meollo de mi crítica: la historia y su rigor. El guión se basa en el libro de A. J. Baime “Go like hell”, pero mientras que este autor hacía en su obra una versión novelada manteniendo el rigor y con un buen trabajo de investigación, aquí los guionistas se han tomado todas las licencias habidas y por haber, y aunque evidentemente se toman como base unos hechos reales, el error imperdonable es que lo haga con falsedades y gazapos históricos de primer orden. El espectador “normal”, tan feliz, se irá a casa creyendo que ha visto una historia real, pero los cuatro frikazos que saben cómo fue esta historia en realidad (entre los que me incluyo), pues se van pensando que vaya invención peliculera; no se entiende por qué todo debe contarse con tantas mentiras.
En “Rush”, aunque los hechos se contaban de una forma que buscaba el espectáculo y llegar al gran público, se respetaban de forma fiel muchos aspectos deportivos, como resultados de carreras, los coches que aparecían, etc, algo entiendo que imprescindible en una historia real llevada a la pantalla, y que además hacía las delicias de los aficionados al motor. En cambio, en “Le Mans ‘66” no sucede lo mismo. En la zona de spoilers dejo unos cuantos ejemplos de ello.
- una es hacer una cinta que tome como trasfondo el automovilismo, pero buscando ante todo un entretenimiento, espectáculo sin más para los que son aficionados y para los que no (sobre todo para estos últimos, que son la mayoría). Aquí, cualquier parecido con la realidad, tanto en los personajes como en el desarrollo de las carreras, es pura coincidencia, ni se pretende. Ejemplos podrían ser "Días de trueno", o sobre todo la disparatada "Driven", con el inefable Stallone.
- la otra sería un tipo de película con rigor histórico y técnico, para reflejar de la forma más fiel posible cómo eran este tipo de carreras. Entonces el problema es que puede convertirse en un pseudo-documental que hará las delicias de frikazos de las competiciones del motor, pero resultará tediosa para el público general, que además no entenderá buena parte de los aspectos técnicos. En esta línea se encuentra la célebre cinta de "Las 24 Horas de Le Mans" de Steve McQueen, y la magnífica "Grand Prix" de John Frankenheimer. En cualquier caso el nicho de espectadores de estas dos claramente son aficionados al deporte del motor. Pero ambas tienen el gran acierto de entregar una recreación dramatizada. Es decir, una historia de ficción con personajes ficticios, aunque tomando como inspiración, respectivamente, una carrera (Le Mans 70) o campeonato real (el mundial de F-1 de 1965), y personajes reales. Se tomaba así la prudencia de no querer contarnos en ningún momento unos hechos reales al 100 %, algo que sí pretende hacer “Le Mans ‘66”, y es ahí donde naufraga estrepitosamente.
Una mezcla de ambos planteamientos se produjo, de forma muy acertada, en la estupenda “Rush” de Ron Howard. Pero si esto era lo que se pretendía en “Le Mans ‘66”, el resultado ha sido equivocado, porque al final es una película claramente orientada al espectáculo palomitero con el grave error, que a mi juicio condena la cinta, de querer, presuntamente, contarnos unos hechos y personajes reales. Y no lo hace, porque casi todos los aspectos técnicos, cronológicos, o deportivos que aparecen, están manipulados, o directamente inventados, falseados. Es decir, que el rigor histórico que se supone debe tener, no existe por ningún lado.
Director y guionistas juegan con la baza a favor que el 99,9 % de los espectadores de esta cinta no tendrán ni idea de cómo se desarrollaron realmente los hechos que ocupan la película, el célebre duelo entre el gigante norteamericano Ford y el prestigioso Ferrari a mediados de la década de 1960. Para situarnos, convendría saber que en aquella época, el campeonato del mundo de resistencia, con coches tipo GT y sport-prototipos, era una competición con tanto prestigio o más que el mundial de F-1, y la carrera reina era las 24 Horas de Le Mans.
Desconociendo esta historia, posiblemente la película incluso dejará un buen sabor de boca: escenas más o menos espectaculares de carreras, sonido atractivo, actores populares… incluso hay buenos y malos, épica, drama... Es decir, que la película cumple correctamente con el factor espectáculo. Y digo correctamente sin más, porque también en el apartado técnico esperaba “algo” más. No está mal resuelta, pero tampoco se hace gala de unos medios técnicos apabullantes. Incluso antes de verla pensaba que habrían utilizado de forma más amplia efectos digitales para recrear ciertos coches de carreras de la época, o diversas zonas del circuito de Le Mans, y luego no es así. De hecho, algunos aficionados echarán de menos un buen número de coches de la época que no aparecen, y peor aún, como varios otros son burdas recreaciones que ni siquiera se parecen a los originales. Resulta sorprendente como la película de McQueen, rodada en 1970, sí era capaz de mostrarnos algunas réplicas extraordinariamente fieles, y en cambio en esta, 49 años después, con unos medios técnicos infinitamente superiores, aparecen algunos coches totalmente falsos, inventados (pocos, cierto, y sólo al final, pero ahí está el dato). Además, algunas escenas en pista de Le Mans quedan desangeladas y se echa en falta algo más de “tráfico” en pista, público, etc.
En cuanto a los actores, pues Matt Damon está en su línea, como una paella sin sal, y el que más se esfuerza es Bale, que este sí es un actorazo, pero tampoco será su papel más recordado. Además, por desgracia, el penoso doblaje daña bastante el resultado final. Imagino que en V.O. ganará enteros.
Pero vamos al meollo de mi crítica: la historia y su rigor. El guión se basa en el libro de A. J. Baime “Go like hell”, pero mientras que este autor hacía en su obra una versión novelada manteniendo el rigor y con un buen trabajo de investigación, aquí los guionistas se han tomado todas las licencias habidas y por haber, y aunque evidentemente se toman como base unos hechos reales, el error imperdonable es que lo haga con falsedades y gazapos históricos de primer orden. El espectador “normal”, tan feliz, se irá a casa creyendo que ha visto una historia real, pero los cuatro frikazos que saben cómo fue esta historia en realidad (entre los que me incluyo), pues se van pensando que vaya invención peliculera; no se entiende por qué todo debe contarse con tantas mentiras.
En “Rush”, aunque los hechos se contaban de una forma que buscaba el espectáculo y llegar al gran público, se respetaban de forma fiel muchos aspectos deportivos, como resultados de carreras, los coches que aparecían, etc, algo entiendo que imprescindible en una historia real llevada a la pantalla, y que además hacía las delicias de los aficionados al motor. En cambio, en “Le Mans ‘66” no sucede lo mismo. En la zona de spoilers dejo unos cuantos ejemplos de ello.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
- cuando la delegación de Ford llega a Italia a negociar, era 1963, y en la fábrica hay Ferraris P4 de 1967
- el desarrollo del Ford GT40 no fue en absoluto como se cuenta. El coche se comenzó a diseñar y construir en Reino Unido, siendo su verdadero creador el inglés Eric Broadley, que ni aparece en la cinta, y fue Bruce McLaren el encargado del desarrollo desde el primer momento
- a Le Mans 1964 no fue Miles…claro que no, es que ni siquiera el equipo Shelby tenía todavía nada que ver. Nadie vetó a Miles.
- precisamente a lo largo de 1964, Shelby no tenía nada que ver con los GT40 porque estaba totalmente ocupado haciendo correr sus Cobra Daytona del mundial GT. Nada de esto aparece en la película
- toda la temporada de 1965 es omitida por arte de magia en la película, que ya se cuida mucho de no dar referencias cronológicas para que no se advierta el disparate. Shelby sólo recibió el encargo de desarrollar los GT40 y hacerlos correr a finales de 1964 (y no desde el principio). En 1965 Miles ganó su primera carrera en Daytona (que no aparece en la peli), y ya fue a Le Mans al volante de un GT40 Mk II (tampoco aparece), donde Ferrari volvió a ganar
- ese mismo año Shelby ganó el campeonato del Mundo de coches GT con sus Cobra Daytona de motor Ford, un hito importantísimo del que tampoco se dice ni mu
- La victoria de Miles en Daytona 1966 que aparece no fue así, no hubo pique final con el otro GT40. Este último coche nº 95 ni siquiera llegó segundo, sino tercero y a casi 10 vueltas de Miles
- se dice en 1964 que los GT40 han llegado a 350 km/h en Le Mans. La velocidad máxima ese año fue de 310, y ni siquiera la logró un Ford
- Enzo Ferrari nunca estuvo en Le Mans
- el rol de “malo” de Leo Beebe es ridículo. Es verdad que fue él quien tuvo la idea de la llegada, aún sabiendo que podía perjudicar a Miles, pero todo el pique que se cuenta entre él y los protagonistas es ficticio, para manipular creando “buenos” y “malos”
- la vuelta más rápida en Le Mans 66 no la hizo Miles, sino su compañero de equipo Dan Gurney (regularmente más rápido que Miles en esta y otras carreras) con otro Ford
- la llegada de los 3 Ford fue bajo la lluvia y con el coche de McLaren (nº 2) en el centro y algo más adelantado
- Ridículo que a 300 km/h los pilotos se miren con cara de malotes desafiándose
- los incidentes que aparecen en boxes protagonizados por Shelby, con los mecánicos de Ferrari o el comisario, además de ser falsos, inventados, es que son ridículos por completo. Tan sólo sirven para dejarnos claro que los americanos son duros y listos, y los europeos tontos. Invención y manipulación.
- el duelo con el Ferrari de Bandini jamás existió. Bandini se retiró cuando estaba a 12 vueltas de Miles, y fue debido a un calentón por la junta de culata
- algunos accidentes que se ven en carrera son inventados: al principio se ve estrellarse al Ferrari nº 29, y después Miles saca de la pista al Porsche nº 58. Nada de esto pasó jamás, y esos dos coches llegaron a meta sin accidentes
- los principales Ferrari de 1966 eran del modelo P3, y las réplicas que aparecen son del P4 que apareció al año siguiente
- hay multitud de detalles técnicos absurdos. Aquí no quiero aburrir al personal, pero por poner un ejemplo diré que en 4ª, a tope, los Ford no podían llegar a las “famosas” 7000 rpm
- Shelby no estaba presente cuando Miles tuvo su accidente fatal
Está claro que todos estos detalles la gente los ignora, pero resulta lamentable que la película caiga tantas y tantas veces en la invención y la fantasía cuando se supone que trata de narrar unos hechos reales. Y aunque la mayoría de los espectadores no lo sepan (o peor aún: que algunos lo sepan y les dé igual), pues les están contando una milonga de escaso rigor. Claro que si esto pasa en una historia sobre unas carreras de coches, a saber qué nos cuentan cuando se trata de temas de mayor trascendencia….
Bueno, al menos siempre nos quedará McQueen.
- el desarrollo del Ford GT40 no fue en absoluto como se cuenta. El coche se comenzó a diseñar y construir en Reino Unido, siendo su verdadero creador el inglés Eric Broadley, que ni aparece en la cinta, y fue Bruce McLaren el encargado del desarrollo desde el primer momento
- a Le Mans 1964 no fue Miles…claro que no, es que ni siquiera el equipo Shelby tenía todavía nada que ver. Nadie vetó a Miles.
- precisamente a lo largo de 1964, Shelby no tenía nada que ver con los GT40 porque estaba totalmente ocupado haciendo correr sus Cobra Daytona del mundial GT. Nada de esto aparece en la película
- toda la temporada de 1965 es omitida por arte de magia en la película, que ya se cuida mucho de no dar referencias cronológicas para que no se advierta el disparate. Shelby sólo recibió el encargo de desarrollar los GT40 y hacerlos correr a finales de 1964 (y no desde el principio). En 1965 Miles ganó su primera carrera en Daytona (que no aparece en la peli), y ya fue a Le Mans al volante de un GT40 Mk II (tampoco aparece), donde Ferrari volvió a ganar
- ese mismo año Shelby ganó el campeonato del Mundo de coches GT con sus Cobra Daytona de motor Ford, un hito importantísimo del que tampoco se dice ni mu
- La victoria de Miles en Daytona 1966 que aparece no fue así, no hubo pique final con el otro GT40. Este último coche nº 95 ni siquiera llegó segundo, sino tercero y a casi 10 vueltas de Miles
- se dice en 1964 que los GT40 han llegado a 350 km/h en Le Mans. La velocidad máxima ese año fue de 310, y ni siquiera la logró un Ford
- Enzo Ferrari nunca estuvo en Le Mans
- el rol de “malo” de Leo Beebe es ridículo. Es verdad que fue él quien tuvo la idea de la llegada, aún sabiendo que podía perjudicar a Miles, pero todo el pique que se cuenta entre él y los protagonistas es ficticio, para manipular creando “buenos” y “malos”
- la vuelta más rápida en Le Mans 66 no la hizo Miles, sino su compañero de equipo Dan Gurney (regularmente más rápido que Miles en esta y otras carreras) con otro Ford
- la llegada de los 3 Ford fue bajo la lluvia y con el coche de McLaren (nº 2) en el centro y algo más adelantado
- Ridículo que a 300 km/h los pilotos se miren con cara de malotes desafiándose
- los incidentes que aparecen en boxes protagonizados por Shelby, con los mecánicos de Ferrari o el comisario, además de ser falsos, inventados, es que son ridículos por completo. Tan sólo sirven para dejarnos claro que los americanos son duros y listos, y los europeos tontos. Invención y manipulación.
- el duelo con el Ferrari de Bandini jamás existió. Bandini se retiró cuando estaba a 12 vueltas de Miles, y fue debido a un calentón por la junta de culata
- algunos accidentes que se ven en carrera son inventados: al principio se ve estrellarse al Ferrari nº 29, y después Miles saca de la pista al Porsche nº 58. Nada de esto pasó jamás, y esos dos coches llegaron a meta sin accidentes
- los principales Ferrari de 1966 eran del modelo P3, y las réplicas que aparecen son del P4 que apareció al año siguiente
- hay multitud de detalles técnicos absurdos. Aquí no quiero aburrir al personal, pero por poner un ejemplo diré que en 4ª, a tope, los Ford no podían llegar a las “famosas” 7000 rpm
- Shelby no estaba presente cuando Miles tuvo su accidente fatal
Está claro que todos estos detalles la gente los ignora, pero resulta lamentable que la película caiga tantas y tantas veces en la invención y la fantasía cuando se supone que trata de narrar unos hechos reales. Y aunque la mayoría de los espectadores no lo sepan (o peor aún: que algunos lo sepan y les dé igual), pues les están contando una milonga de escaso rigor. Claro que si esto pasa en una historia sobre unas carreras de coches, a saber qué nos cuentan cuando se trata de temas de mayor trascendencia….
Bueno, al menos siempre nos quedará McQueen.