Oliver Stone vuelve por sus fueros y no sólo porque nos haya ofrecido un filme políticamente comprometido (excepto “Salvajes” lo último que ha hecho es cine político, incluida su serie de televisión sobre la Historia de los EE.UU.) sino porque además nos regala una obra realmente equiparable a sus grandes títulos de antaño: “Wall Street”, “JFK” o “Nacido el 4 de julio”. El arranque es bueno, el desarrollo de la historia no pierde el pulso nunca y el desenlace no desmerece del resto de la cinta. Sólo, en mi opinión, a Stone se le desboca su pasión documental cuando nos ofrece un epílogo que realmente sobra, por lo menos desde el punto de vista puramente cinematográfico. Perdonado este desliz, creo que estamos pues ante una propuesta doblemente interesante: un buen filme y una denuncia imprescindible para cualquier persona que quiera saber en qué mundo vive realmente.