Alguien debería explicarme cómo, con películas como ésta, se puede cimentar el prestigio de director cinematográfico alguno, salvo que esté respaldado por la "Grandeur" de la crítica cinematográfica francesa, al parecer infalible e intocable para gran parte de la del resto del mundo y para el papanatismo imperante en una buena porción de la cinefilia occidental. En resumidas cuentas: estamos ante una mala, por no decir malísima, película. Mal dirigida, con una pobre producción, una historia a ratos incomprensible, unas interpretaciones indignas de un mal corto de aficionados, escenas pretendidamente horripilantes que provocan (en el mejor de los casos) una sonrisa condescendiente hacia el autor de esa joyita que es "El gran Méliès" (pero ¿se trata del mismo director?), una fotografía peor que la de muchos vídeos de bodas, bautizos o comuniones, etc. En resumidas cuentas, que tras la visión de tamaño atentado no sabemos si dirigir nuestras indignadas puyas al director a los críticos que, incomprensiblemente, lo han ensalzado durante décadas como uno de los padres del "fantastique".