No parece un telefilme, aunque lo sea. Y no lo parece porque está rodado con los códigos típicos cinematográficos, y además bastante bien. Lo que le diferencia de la mayoría de las telepelículas de investigación de crímenes es una pintura de personajes trabajada y coherente, dando lugar a una fauna humana variopinta, creíble y, por tanto, interesante, que enriquece la trama; un guión bien trabado y llevado, un buen ritmo al llevarlo a cabo, una dirección eficaz, aunque sin salirse de lo correcto, unas buenas interpretaciones y una producción más que estimable. ¿Qué más se puede pedir? Si se estrenara en sala nadie se daría cuenta de su origen televisivo. Y eso es ya más que mucho.