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Voto de The_End:
7
Drama Nottola, concejal del ayuntamiento de Nápoles, además de ser miembro de todas las comisiones relacionadas con la construcción, es un magnate del negocio inmobiliario. Respaldado por los concejales del centro y la derecha, se dedica a la especulación. (FILMAFFINITY)
7 de junio de 2009
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos formas de ver esta película.

La primera, la más clara, es un ataque brutal y poco considerado desde una perspectiva claramente de izquierda, donde se nos presenta una conspiración entre políticos de derechas con constructores sin escrúpulos, y donde los partidos de centro andan con buenas intenciones pero nefastas conclusiones. La izquierda es angelical.

Resulta que se cae un muro, matando a dos personas, y comienza una investigación en el ayuntamiento, presentada por el partido de izquierdas, apoyada por el centro, y temida por la derecha (que esta en el poder, a un mes de las elecciones). Poco a poco, se va descubriendo que la constructora que quiere edificar pisos nuevos en una zona reservada para consumo público (escuelas, hospitales y demás), pertenece a la vez al concejal de urbanismo, un personaje odioso, representante de lo más bajo del ser humano, y de un partido de derechas.

Por suerte, lejos de la indigestión ideológica que contiene el filme, se nos presentan unos personajes estereotipados pero a su vez reales. Muy reales. Y aquí da igual que sean de centro, de derechas, de izquierda, de arriba o de su madre. Te los crees.

Y con esto llegamos a la segunda manera de ver la película. Y es que, podemos extrapolar la situación que se nos presenta a un sinfín de casos de corrupción, cambiando los colores políticos a nuestro antojo, y el resultado será el mismo. Y entonces la película gana enteros al perder el maniqueísmo político de Francesco Rosi, un gran director, comprometido, crítico, revisionista (con los suyos y con su entorno), que hasta llegar a encontrar a Tonino Guerra como su guionista ideal, andaba algo perdido.

Tenemos a un alcalde, que tratará por todos los medios de salvarse de la quema por culpa de su concejal de urbanismo. Hay un concejal honrado dispuesto a descubrir toda la verdad. Otro concejal, seguramente el personaje más interesante, que se debate entre sus convicciones morales y la fidelidad a su partido. El representante del partido de centro que hará todo lo posible por conseguir la mayoría, aunque tenga que pactar con el diablo. Y por encima de todo, resalta ese concejal de urbanismo, que no tiene ningún apego a ninguna sigla política, un arribista cuya única patria es el ladrillo y su bandera el dinero, dispuesto a absolutamente todo, por mantenerse y por seguir subiendo. El mismo diablo en persona.

Y toca joderse, uno comprueba hastiado que el cuento corruptivo siempre ha sido el mismo. Y que los que tienen mucho dinero, lo único que quieren es más dinero. Y que quien paga los platos nunca será el constructor, sino el desgraciado de la calle. Y que al final, siempre se sientan en sitio los mismos, por mucho que cambien las caras.

Por último no olvidar que la película es una versión particular de un suceso en Nápoles. Es por esto que perdono en parte el maniqueísmo político del director.
The_End
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