4 de diciembre de 2008
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este experimento pedagógico para explicar el funcionamiento de gobiernos totalitarios es llevado hasta sus últimas consecuencias.
En mi opinión, es una combinación entre la necesidad de un sentimiento de pertenencia a un grupo por jóvenes fáciles de manipular y un amago de creación de un nuevo movimiento nacionalsocialista.
Me impresiona la interpretación de Frederick Lau, en el papel de un adolescente marginado por sus compañeros de clase y desatendido por su familia. Son factores que le hacen implicarse hasta límites inesperados en La Ola.
Y por último, el final. Tremendo, tal vez un poco esperado, pero con un contundente discurso final.
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