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España España · La Laguna (Tenerife)
Voto de Yo mismo (o no):
2
Acción. Thriller Tras un accidente en el que sólo consiguió salvar la vida del Presidente Asher (Aaron Eckhart), el agente del Servicio Secreto Mike Banning (Gerard Butler) decide dejar su puesto para trabajar en el Departamento del Tesoro. Pero, cuando un comando norcoreano liderado por Kang (Rick Yune) ataca la Casa Blanca y toma como rehenes al Presidente y a su equipo, Banning se verá obligado a entrar de nuevo en acción. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2013
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maniquea y manipuladora película del corte de "vienen unos terroristas que quieren hacer volar EEUU y por tanto los valores de la democracia" con un Rambo vengador y salvador al que al final le dan una medalla y un Presidente con muy pocas luces. Así se nos presenta "Objetivo: La Casa Blanca". Ashley Judd tuvo que verlo venir y dijo: "Eh, a mí no me metáis en esta chorrada". Y, efectivamente, siete minutos en que aparece o se supone que está. Gerard Butler, en su salsa: Leónidas con chaleco antibalas que incendia, ejecuta, tortura, explosiona por el bien de, ¿cómo no?, los valores de la democracia. Eso sí, interpretar, muy poco. Los míseros momentos en que se ve con "su mujer" prácticamente dan lástima. Aaron Eckahart, el presidente (aunque parece más un alcalde) más chapuzas de la historia norteamericana, aquel que se vanagloriaba de "no negociar con terroristas" pero a las primeras de cambio ordena a sus subalternos que les den los códigos de un arma muy americana, por lo de nuclear, vamos. Y Morgan Freeman está como en todas las películas en que aparece Morgan Freeman, haciendo de él mismo, de personaje interpretado por Morgan Freeman (debería pensar en una jubilación, porque verdaderamente, ya cansa). Por cierto, el Presidente-alcalde tiene un hijo que no se sabe muy bien qué es lo que pinta en semejante potaje de personajes. Si alguno lo averigua, que lo diga para enterarnos todos.

Ah, los malos malignos. Esta vez les tocaba a los norcoreanos. No todo iban a ser soviéticos-rusos, árabes sin escrúpulos, chinos malnacidos o sudamericanos rebeldes y narcotraficantes. Pues sí, unos norcoreanos que entran como Pedro por su casa en Washington y en La Casa Blanca y la dejan hecha mierda en un abrir y cerrar los ojos.

Dos horas que dura la susodicha. Dos horas por pasillos oscuros y regados de cadáveres de hombres de bien y de orientales asesinos. Dos horas viendo a Leónidas surcar los aposentos más históricos del Vaticano del poder y de la legalidad. El que pueda, que se atreva a recorrer semejante infierno. Yo ya lo he hecho, y juro que no valió la pena.
Yo mismo (o no)
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