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España España · La Laguna (Tenerife)
Voto de Yo mismo (o no):
4
Ciencia ficción. Aventuras. Drama. Romance Tras el impacto con un gran meteorito, una nave espacial interestelar que viaja con piloto automático a un planeta lejano transportando a miles de personas, tiene una avería en una de las cápsulas de hibernación. Como resultado Jim Preston (Chris Pratt), uno de los pasajeros, se despierta noventa años antes del final del viaje. Estando completamente solo en la nave, Jim intenta por todos los medios volver a hibernar, pero tras un año ... [+]
16 de abril de 2017
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"Veo las estrellas salir por el cielo / Sí, el brillante y vacío cielo", cantaba Iggy Pop en su "The passenger". Así debió sentirse Jim (personaje de Chris Pratt) durante la primera media parte de esta película de Morten Tyldum. Con una premisa más que prometedora, la historia arranca con 5000 pasajeros y más de 250 tripulantes a bordo de una nave comercial de lujo, la Avalon, que surca el espacio en busca de otro planeta que colonizar. El viaje dura 120 años, por lo que los humanos son dormidos en cámaras hasta llegar al destino. Pero ya sabemos cómo son las máquinas, pura tecnología: en ocasiones sufren averías. Y ahí entra en escena Jim. Más de un año deambulando por una nave inmensa, con muchas comodidades al alcance de su mano, y con la compañía de un androide-camarero que jamás deja un vaso sucio interpretado por un Michael Shenn en estado de gracia.

Y después, mientras se surcan esos cielos infinitos, entramos en el segundo tramo de la película. No entraré a valorar las connotaciones éticas del personaje, porque me parece que quedan solapadas por el cariz edulcorado y por los matices románticos que toma la historia. La aparición del personaje de Aurora desmonta cualquier premisa, por la (casi siempre) sobreactuada Jennifer Lawrence, la actriz que peor llora de todo Hollywood. La pareja no desentona, tienen cierta química y hay que ser sincero en cualquier crítica que se haga. Pero no llega a más. Quizá, el cameo de Laurence Fishburne colado para que la audiencia no se empache de las dos caras protagonistas, pero quitado de en medio por un método rápido y sesgado.

El final tampoco deja lugar a la sorpresa. La previsibilidad que se le presupone tras hora y media de película no decepciona. Todo transcurre tal cual uno imaginaba. Y la historia queda suspendida en un espacio atemporal y en donde la importancia no es visible. Los pasajeros de Tyldum son unos náufragos que se saben solos, y cuya referencia a sus propios pasados no es considerada más que anécdotas de medio segundo.

"Veremos el brillante y vacío cielo / Veremos las estrellas que brillan tan radiantes / Estrellas hechas para nosotros, esta noche"
Yo mismo (o no)
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