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Voto de Kikonazo:
8
7,2
6.591
Romance. Comedia
Continúa el ciclo de Antoine Doinel tras "Los cuatrocientos golpes" y "L'amour à vingt ans". El protagonista (Jean-Pierre Léaud), tras ser expulsado del ejército por insubordinación, visita a su antigua novia, Christine (Claude Jade) cuyo padre le encuentra a Antoine un trabajo temporal como vigilante nocturno de un hotel. Sin embargo, por culpa de un detective privado, pierde el empleo el primer día. Para compensarlo, el detective le ... [+]
20 de marzo de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preciosa apología de la dulce inconsciencia de la juventud, de su inocencia en camino de ser perdida, con el mundo entero como escenario por descubrir , el amor por encontrar y la urgencia por vivir.
Como un vendaval que recorre las calles de París , el protagonista, Antoine Doinele, no para, no camina, sólo acude corriendo al encuentro de la vida, impulsado por la prisa de vivir y amar, de conocer y sentir cada momento, antes de que el tiempo le robe la juventud y le alcance en una de sus carreras por París.
En un tono entre la comedia y el romanticismo, el personaje se lanzará al comienzo de la vida adulta buscando su primer amor, su primer trabajo y sacar sus primeras conclusiones sobre la vida.
Continuación de la saga de las andanzas de Antoine Doinel que Truffaut comenzó con "Los 400 golpes" y que en esta ocasión nos muestra a un Doinel en la veintena, más maduro y experimentado que en la anterior "El amor a los 20 años", y dispuesto a abordar la vida tal y como se le presente.
Como un vendaval que recorre las calles de París , el protagonista, Antoine Doinele, no para, no camina, sólo acude corriendo al encuentro de la vida, impulsado por la prisa de vivir y amar, de conocer y sentir cada momento, antes de que el tiempo le robe la juventud y le alcance en una de sus carreras por París.
En un tono entre la comedia y el romanticismo, el personaje se lanzará al comienzo de la vida adulta buscando su primer amor, su primer trabajo y sacar sus primeras conclusiones sobre la vida.
Continuación de la saga de las andanzas de Antoine Doinel que Truffaut comenzó con "Los 400 golpes" y que en esta ocasión nos muestra a un Doinel en la veintena, más maduro y experimentado que en la anterior "El amor a los 20 años", y dispuesto a abordar la vida tal y como se le presente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La película arranca con un Doinel al que ya se le ha aplicado la disciplina como terapia de castigo e intento vano de encauzamiento social. El niño que acaba corriendo en "Los 400 golpes" buscando una identidad y una vida que no le termina de llegar, ya ha experimentado el primer amor no correspondido que le hace abandonar esa idea platónica de las relaciones que no viene a ser más que un ideal en su mente de adolescente.
Sus años en el ejército no le han desprovisto de su prisa por vivir, su naturalida y espontaneidad ni de su ansia de libertad.
Así, como un perro que se escapa de la perrera, se lanza corriendo a la vida en busca del placer en las calles de París, encontrando el amor falso y efímero que le proporcionan las prostituras.
Y después...Después toca buscar un lugar en el mundo, un hogar, un amor quizás. Doinel todavía no sabe lo que busca, y mucho menos lo que va a encontrar.
De un modo cómico cuenta sus andanzas en diferentes trabajos, donde su singular personalidad no hará más que complicarle cualquier situación.
Y de fondo Christine, el amor que en un principio le eludirá, pero que acabará encontrando dando lugar a la escena más emotiva de la película, cuando después de acudir a su casa como reparador de Tv, se produce el esperado encuentro entre los dos, en un desayuno en el que las palabras entre ambos sobran, porque basta con las miradas que se cruzan para saber que la relación entre los dos ya está en marcha. Aquí las carreras de Doinel terminan al menos durante un tiempo, porque ha comenzado el simulacro de la relación conyugal.
Otra escena que perdurará en mi retina hasta el final de los tiempos es la de un Doinel que mira delante del espejo repitiendo su nombre, el de Christine y el de la señora Fabienne Tabard hasta la exasperación, en un intento de dar sentido a esos nombres que son sólo palabras que no alacanzan el significado pleno que tienen dentro de la cabeza del protagonista, y que parece no reconocer su propia imagen en el espejo
Sus años en el ejército no le han desprovisto de su prisa por vivir, su naturalida y espontaneidad ni de su ansia de libertad.
Así, como un perro que se escapa de la perrera, se lanza corriendo a la vida en busca del placer en las calles de París, encontrando el amor falso y efímero que le proporcionan las prostituras.
Y después...Después toca buscar un lugar en el mundo, un hogar, un amor quizás. Doinel todavía no sabe lo que busca, y mucho menos lo que va a encontrar.
De un modo cómico cuenta sus andanzas en diferentes trabajos, donde su singular personalidad no hará más que complicarle cualquier situación.
Y de fondo Christine, el amor que en un principio le eludirá, pero que acabará encontrando dando lugar a la escena más emotiva de la película, cuando después de acudir a su casa como reparador de Tv, se produce el esperado encuentro entre los dos, en un desayuno en el que las palabras entre ambos sobran, porque basta con las miradas que se cruzan para saber que la relación entre los dos ya está en marcha. Aquí las carreras de Doinel terminan al menos durante un tiempo, porque ha comenzado el simulacro de la relación conyugal.
Otra escena que perdurará en mi retina hasta el final de los tiempos es la de un Doinel que mira delante del espejo repitiendo su nombre, el de Christine y el de la señora Fabienne Tabard hasta la exasperación, en un intento de dar sentido a esos nombres que son sólo palabras que no alacanzan el significado pleno que tienen dentro de la cabeza del protagonista, y que parece no reconocer su propia imagen en el espejo