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Voto de Sergio Berbel:
10
Drama. Romance Christoffer pertenece a la cuarta generación de la familia propietaria de la prestigiosa Planta Siderúrgica Borch Møller, pero él ha abandonado el negocio familiar para abrir un restaurante en Estocolmo. Allí está felizmente casado con una actriz sueca, Maria, pero cuando su padre se suicida, la madre de Christoffer le exige que vuelva a casa para asumir el puesto de director ejecutivo de la compañía. A regañadientes, regresa para ... [+]
15 de enero de 2024
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Si la cinematografía francesa es la más prolífica y fuerte en lo industrial en Europa, nadie puede con la calidad media general del cine danés durante las últimas décadas. Casi todas las revoluciones cinematográficas europeas de nuestro tiempo han tenido epicentro en ese impresionante país, también en lo cinéfilo.

Si hablamos de trasladar a imágenes densos dramas familiares desgarradores, despiadados y asfixiantes, nadie como los daneses. Y a las pruebas me remito: “Celebración” de Thomas Vinterberg, “Melancolía” de Lars Von Trier (una de las películas de mi vida) o algunos films de Susanne Bier son ejemplos perfectos de ello. Per Fly no quiere ser menos y llegó a nuestras vidas para quedarse no sólo con este peliculón sino como responsable de la inmortal serie danesa “Borgen”. Ahí es nada.

“La herencia” de Per Fly nos hace mirar por un agujero para desgarrar en canal ante nuestros ojos las miserias repulsivas que la institución familiar esconde y, ya de paso, para perpetrar un ataque con despiadada carga de profundidad contra el capitalismo, de los más salvajes que yo haya degustado en mi vida. O sea, una maravilla de película, desasosegante y gélida a la par que trágicamente aterradora.

Christoffer (impresionantemente interpretado por el gran Ulrich Thomsen, imprescindible en toda producción danesa) es hijo de una acaudalada familia industrial danesa. Pero él prefirió volar a Estocolmo, regentar un restaurante y casarse con una actriz (bellísima e inolvidable Lisa Werlinder). El problema es cuando el patriarca de la familia y director de todo el entramado industrial se suicida sin justificación alguna (cuando vas conociendo a la familia empiezas a entender por qué) y Christoffer es llamado a Dinamarca al seno familiar por una despótica y férrea madre para que se haga cargo de los negocios de la familia, incluso en contra de su propia voluntad y la de su pareja.

A partir de ahí, el intenso y demoledor drama familiar está servido, en torno a una cruda y fría disección de lo que la avaricia y el capitalismo son capaces de perpetrar en el interior del ser humano, dispuesto a renunciar a todo y a traicionar a todos en pos de lograr un ascenso social y económico ilimitado, sin techo ni satisfacción última, porque nunca se es lo suficientemente poderoso o rico para la repugnante naturaleza humana.

La destrucción empresarial de la persona afable y normal que habitaba dentro de Christoffer, descrita minuciosamente y paso a paso, es una disección despiadada y certera del cáncer que supone el capitalismo para los seres humanos.

Y todo ello contado cuasi-documentalmente por una cámara al hombro fría y distante de Per Fly, con ciertos ecos supervivientes al Dogma 95 danés y con una lucidez desapasionada totalmente desasosegante. No deja de tener durante su acertado metraje una textura documental que hiela aún más la sangre y que firma el espléndido director de fotografía Harald Gunnar Paalgard, así como una tenebrosa música de Halfdan E. Una película imprescindible para los tiempos que corren, tan injustamente desconocida como fundamental.
Sergio Berbel
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