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España España · Abroad (de momento)
Voto de Shinboneniná:
8
Cine negro. Drama Nueva York, año 1934. Christopher Cross es un simple cajero, infelizmente casado, cuya única pasión es la pintura. Una noche conoce a Kitty March, una atractiva buscavidas de la que se enamora y le hace creer que es un pintor de éxito. La chica y su novio Johnny, un tipo sin escrúpulos, aprovechan la ocasión para intentar explotar al pobre hombre, pues creen que sus cuadros valen mucho dinero.
(FILMAFFINITY)
8 de septiembre de 2010
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acostumbrados a los virtuosismos técnicos y al detalle y realismo con el que se muestra la violencia en el cine de los últimos tiempos, determinadas secuencias de ‘Scarlet Street’ pueden parecer un tanto ñoñas; es posible que lo sean, pero tengamos en cuenta que Lang filmó esto hace 65 años. Además, como en toda gran película, lo que realmente importa es el argumento, los personajes y la temática.

En este caso, el argumento gira en torno a un maduro e infeliz cajero con afición a la pintura autodidacta, tipo kitsch, casado por aburrimiento, para más señas. El segundo vértice del triángulo lo forma una hermosa prostituta –es evidente, aunque no aparece como tal de modo explícito-, vaga y sin escrúpulo. Y el tercer ángulo de la cuestión lo representa el chulo de ésta, un maltratador proxeneta y vividor, con menos escrúpulos todavía. En cuanto surge la posibilidad de aprovechar económicamente el bobo aunque sincero enamoramiento que siente el pintor frustrado por la ‘actriz’, comienza la humillación. Robinson y Duryea están espléndidos, pero no me atrevo a decir lo mismo de Joan Bennett, una agradable presencia física pero, desde luego, no una gran actriz. Está bastante mejor en ‘La mujer del cuadro’.

De cualquier forma, es una película políticamente correcta en las formas pero nada complaciente en los contenidos, que ilustra un proceso de ciego enamoramiento no correspondido que desemboca en tragedia. Quizá el desenlace resulte un tanto atropellado en comparación con el ritmo firme y pausado del resto del metraje, pero ‘Perversidad’ sigue siendo un estupendo ejemplo de bajas pasiones llevadas al cine. Y sin estridencias, que es quizá menos impactante, pero mucho más duradero. Otra de esas escasas obras que no envejece.
Shinboneniná
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