Una historia a un paso del mayor de los ridículos se convierte en la película favorita de muchísima gente, seguro que de más mujeres que hombres, de más maduros que jovenzuelos. Pero lo bueno carece de sexo y edad, así que no hay problema. Una de esas viejas letanías de la abuela que reúne todos los ingredientes para constituir el enésimo coñazo sensiblero. Una improbable aventura sentimental intergeneracional que despierta una intensa amistad entre dos mujeres desconocidas. Una truculenta historia de malos tratos, muertes trágicas y homicidios en medio de una América profunda, intolerante, machista y por supuesto racista que emulsiona a la perfección en un equilibrado caldo de base. Dos peripecias paralelas con Jessica Tandy como gozne, que en lugar de dispersar la intensidad narrativa se intercalan con maestría de gran chef. Dos personajes nada atractivos a priori para el gran público: una sobrealimentada e insatisfecha ama de casa y una vieja solitaria abandonada a su suerte en una tétrica residencia de ancianos. Si se quiere, una película tramposa, incluso manipuladora, pero por encima de cualquier consideración, bonita y emocionante. Personajes rotundos y sólidas interpretaciones. Los ingredientes, nada novedosos; si acaso con una mezcla un tanto arriesgada, pero de sabor gratificante. Sin duda, el secreto está en la salsa.