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Voto de Taylor:
8
7,6
5.193
Drama. Romance. Comedia
Jean-Louis, un ingeniero católico de treinta años, descubre un día a la salida de misa a Françoise, una mujer rubia, y presiente que algún día se casará con ella, pero la pierde entre la multitud. Por otra parte, su viejo amigo Vidal, marxista convencido, lo lleva a casa de Maud, una bella divorciada. (FILMAFFINITY)
13 de enero de 2010
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llego tarde, lo sé. Debería haber ido mucho antes a su encuentro, pero no lo hice. Supongo que el motivo de esta inexcusable moratoria reside en algún estúpido e insostenible prejuicio, pero qué más da. El caso es que ha tenido que morir este buen hombre para que un servidor se decidiera a ver de una puñetera vez una de sus películas. Y ésa es la única verdad. Aún así, me da la sensación que Monsieur Rohmer, esté donde esté, sabrá disculparme. Fundamentalmente porque aunque este señor haya pasado ya a mejor vida, su cine perdurará en los que le conocieron, en los que le hemos conocido recientemente y en los que, tarde o temprano, le conocerán.
Me descubro ante Monsieur Rohmer, por lo tanto, porque ayer mismo tuve el placer y el privilegio de descubrir su obra a través de “Mi noche con Maud”. Una lección de cine que me demostró cómo ha de hacerse para hablar de lo divino y de lo humano (ya sabéis: algo de filosofía, algo de religión, algo de moral, algo de amor…) sin aburrir al personal y sin otras armas que cuatro buenos actores (con mención honorífica para Trintignant y la supersensualísima Françoise Fabian), suculentos diálogos y una puesta en escena tan sobria, austera y minimalista que podría haberla firmado el mismísimo Bresson.
Y poco más, señores. Tan sólo añadir que en esta vida cada cual es muy libre de defender sus ideales con uñas y dientes, pero que luego -irremediablemente- hay que atenerse a las consecuencias. Y si no que le pregunten al listillo de Jean Louis qué le rondaba por la cabeza tras cruzarse con Maud en la playa. Sin comentarios.
Me descubro ante Monsieur Rohmer, por lo tanto, porque ayer mismo tuve el placer y el privilegio de descubrir su obra a través de “Mi noche con Maud”. Una lección de cine que me demostró cómo ha de hacerse para hablar de lo divino y de lo humano (ya sabéis: algo de filosofía, algo de religión, algo de moral, algo de amor…) sin aburrir al personal y sin otras armas que cuatro buenos actores (con mención honorífica para Trintignant y la supersensualísima Françoise Fabian), suculentos diálogos y una puesta en escena tan sobria, austera y minimalista que podría haberla firmado el mismísimo Bresson.
Y poco más, señores. Tan sólo añadir que en esta vida cada cual es muy libre de defender sus ideales con uñas y dientes, pero que luego -irremediablemente- hay que atenerse a las consecuencias. Y si no que le pregunten al listillo de Jean Louis qué le rondaba por la cabeza tras cruzarse con Maud en la playa. Sin comentarios.