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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
9
Bélico. Drama A las órdenes de su sargento, cuatro jóvenes soldados de infantería norteamericanos recorren los campos de batalla de media Europa. (FILMAFFINITY)
1 de enero de 2009
42 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una extraña mezcla de excitación y temor me embargaba ayer noche mientras depositaba con suma cautela el DVD de “Uno rojo, división de choque” en el compartimento de mi reproductor. Había llegado el momento de saldar definitivamente una de mis múltiples cuentas pendientes con el cine y el grado de expectación era máximo.

Ciento sesenta minutos después me sentía rebosante de satisfacción. Me costó horrores conciliar el sueño. Acababa de tragarme la versión extendida y remasterizada de la mítica película de Fuller y mi cabeza no dejaba de dar vueltas sobre cómo plasmar todo lo que había contemplado durante esas más de dos horas y media de cine en estado puro. Porque, claro está, cuando una peli plagadita de gazapos técnicos (minimizados, eso sí, en esta magnífica versión extendida) te llega tan dentro como “Senderos de gloria”, “Apocalypse Now” o “La chaqueta metálica” algo tendrá. Digo yo.

Y es que al margen de esas ostensibles imperfecciones (leed con atención otras críticas de la peli; diversos usuarios las detallan espléndidamente), “Uno rojo, división de choque” contiene tantísimas cualidades que calificarla como obra maestra del cine bélico no resulta, en absoluto, gratuito. Porque la peli de Fuller no tan sólo puede reducirse a un buen puñado de frases legendarias o a la soberbia interpretación de Lee Marvin. “Uno rojo, división de choque” engancha y emociona porque te hace sentir la sinrazón de la guerra en primera persona, como si uno mismo estuviera empuñando un fusil parapetado detrás de cualquier montículo, detrás de cualquier montón de cascotes. Con las botas mojadas y los dientes apretados. Con ese sudor frío que te corre por las sienes mientras el corazón te palpita como una locomotora. Esperando sortear con fortuna esa delgadísima línea que separa la vida de la muerte.

Pero lo más acojonante es que Fuller consigue todo eso mezclando con gran habilidad secuencias de marcado acento épico o de considerable crudeza con secuencias impregnadas de un sentido del humor (a veces negro, a veces casi surrealista) absolutamente prodigioso. En cualquier caso, me quedo con la lapidaria frase final, esa que dice algo así como “la gloria real de la guerra es sobrevivir”. Una frase que pone la guinda a una película excepcional.

Y es que más o menos esas fueron las únicas palabras que conseguí sonsacarle a mi abuelo materno, superviviente de la guerra civil española, cada vez que le insistía para que me contara sus batallitas... reales.
Taylor
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