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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
8
Romance. Drama Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un soldado alemán que combate en el frente ruso obtiene un permiso para volver a Alemania. Tras comprobar que su casa ha sido bombardeada, emprende la búsqueda de sus padres desaparecidos; al mismo tiempo, conoce a la hija de un preso político y se enamora de ella.
28 de septiembre de 2010
48 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioseando entre las recomendaciones de Talibán me topé, días atrás, con “Tiempo de amar, tiempo de morir”. Una peli cuyo título y sinopsis me sonaban ligeramente, pero de la que ignoraba -incluso- el autor. Cuál fue mi sorpresa, pues, cuando constaté que era el mismísimo Sirk -un cineasta al que admiro y respeto desde hace mucho tiempo- el máximo responsable de un film que, sibilinamente, había conseguido colarse entre las típicas pelis-totem que siempre suelo encontrarme en este tipo de listas.

Obviamente, me propuse verla. Lo antes posible. Y no sólo porque las nueve estrellitas que le concedía Talibán suponían un gran aliciente, sino porque haberla ignorado durante tanto tiempo me producía una extraña mezcla de estupor y coraje. Máxime cuando, tras verla, pude comprobar que se trataba de un excelente melodrama. Emotivo, muy bien narrado y con multitud de imágenes simbólicas y sugerentes. Al mismo nivel, a mi juicio, que otras pelis de Sirk mucho más conocidas como “Sólo el cielo lo sabe”, “Escrito sobre el viento” o “Imitación a la vida”.

Yo diría, incluso, que si “Tiempo de amar, tiempo de morir” no consiguió alcanzar el reputado status de sus hermanas fue debido, posiblemente, a la ausencia de estrellas de relumbrón en su reparto. No concibo, si no, otro motivo válido para explicarme la escasa repercusión crítica y mediática que ha padecido esta peli en los círculos cinéfilos. Y más teniendo en cuenta que tanto por metraje como por contexto histórico la peli de Sirk bien hubiera podido ser -con un poco más de pasta- una renombrada superproducción al más puro estilo Lean.

Lamentos al margen, “Tiempo de amar, tiempo de morir” cuenta con suficientes argumentos para reivindicar ese caché que nunca tuvo. Me gustaría destacar, por ejemplo, la honestidad y verosimilitud con la que Sirk nos relata esos veintiún días durante los cuales Ernst Graeber, el prota, disfruta de un merecido permiso militar en Westfalia. Veintiún días a partir de los cuales este cineasta teje una bella y conmovedora historia de amor bajo el fragor de las bombas. Quizás algo edulcorada en algunos momentos, de acuerdo, pero humana y real como la vida misma. Tan real que a Sirk no le tiembla el pulso a la hora de mostrarnos que ni todos los alemanes eran nazis ni todos los judíos, carneros degollados.

Y poco más. Tan sólo añadir que pelis como ésta constatan que si nunca hubo un rey del melodrama ése fue Sirk. Douglas Sirk.
Taylor
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