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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
2
Terror. Thriller A finales de marzo de 1973, un grupo de estudiantes del elitista colegio Internacional Montealto celebró una guateque en sus instalaciones, cerradas años atrás a causa de su deterioro. Pero la diversión se cortó súbitamente... Ahora, veintisiete años después, otro grupo de jóvenes decide organizar allí otra fiesta, desconocedores de lo que sucedió en el lugar. Desde su llegada, comienzan a sucederse extraños acontecimientos, y tras ... [+]
20 de junio de 2010
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os confesaré un pequeño secreto: las pelis de terror malas me pirran. No tanto como las buenas, de acuerdo, pero casi. Y conste que cuando digo malas, digo malas. Malas a conciencia. Con avaricia. Independientemente de que sean productos clase B, C, D o Z. Independientemente de que sean productos gore, zombie, giallo, slasher o cualquier otro topic que se os ocurra. Independientemente de que sean de culto, de bajo presupuesto, independientes, comerciales, nacionales o extranjeras. El caso es que sean malas. Malísimas. Como ésta.

El por qué de esta enfermiza fijación radica –posiblemente- en la progresiva e inevitable condescendencia que casi todos los adeptos a este tipo de cine acabamos mostrando por un género que, salvo honrosas excepciones (“Psicosis”, “La semilla del diablo”, “El exorcista” y pocas más) está superpoblado de ejercicios cinematográficos difícilmente defendibles desde una perspectiva imparcial y objetiva.

Con “School killer”, sin embargo, no hay excusa posible. Ni pretexto que valga. La peli de Gil es mala de cojones. Y punto pelota. Pero me gustó. O mejor dicho: me lo pasé de muerte viéndola. Quizás porque me divierte horrores constatar lo torpe y mediocre que puede resultar un realizador (el término cineasta se me antoja excesivo) dirigiendo un engendro como éste o quizás porque no puedo evitar partirme la caja al corroborar como Gil franquea patética e inconscientemente la delgada línea que separa el terror de la risa sin molestarse un ápice en crear ningún clima de congoja y verosimilitud que le confiera a su historia un mínimo (sólo un mínimo) de consistencia.

Así pues, no dejaré –por el momento- de ver pelis como “School killer”. De vez en cuando, claro. Sin pasarme. Por mucho que mi sentido común me diga que lo que acabo de ver no merece –a lo sumo- más de dos o tres estrellitas. Quizás deba plantearme seriamente dejar de ver este tipo de cine, lo sé, pero de momento no estoy preparado. Ni para eso, ni para dejar de fumar. Mierda!
Taylor
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