Vivimos tiempos pragmáticos donde las productoras se arriesgan lo mínimo y procuran no salirse del guion a la hora de dar a la gente lo que casi todo el mundo demanda: risa fácil, acción simple, romances imposibles y dramas que acaben bien: para llantos, rutina, amoríos tortuosos y tragedias sin remedio ya tenemos la vida real y los telediarios. Y dentro de la estrategia de riesgo cero, la fantasía (entendida como magia, hadas y esas cosas) está relegada a lo infantil, de ahí que sorpresas como esta “Un cuento de invierno”, una curiosa historia romántica con ángeles y demonios de por medio dirigida a toda clase de público, me agraden un montón.

Su secreto está en un guion muy atractivo para el espectador de mente abierta, un libreto sin ninguna clase de complejos, en la que caballos voladores y demonios en busca de almas forman parte de una historia de Amor Verdadero entre una rica heredera y un pobre buscavidas. Lo firma uno de los guionistas de más exito de la historia reciente, Akiva Goldsman, que se atreve también por primera vez a ponerse también tras la cámara y no lo hace nada mal, consiguiendo crear un Nueva York del siglo XIX muy bien ambientado y dándole la atmósfera onírica que una película como esta necesitaba. En el reparto, estrellas de primera fila como Russell Crowe, Jenniffer Connelly o Collin Farrell en papeles principales y cameos de Will Smith, William Hurt o Eve Marie Saint confirman la sensación de que la película puede narrar un cuento, pero lo hace totalmente en serio, con todo el respeto del mundo. Ah, y música de Hans Zimmer.

“Un cuento de invierno” es lo que toda la vida se ha considerado como una ‘película bonita’, una película bien hecha, de buena factura, agradable para toda la familia, que hace pasar un buen rato y deja buen cuerpo. Puede ser un cuento, puede tener grandes dosis de fantasía, pero no es una película exclusivamente infantil, aunque tiene el mérito de que también es perfectamente comprensible y disfrutable por niños. No soy muy amigo de hacer recomendaciones (primero, porque quién soy yo para recomendar nada y, segundo, porque no quiero cargar con el rencor de gente defraudada) pero en esta ocasión, vistas la memeces en cantidades industriales que se han vertido sobre la película por parte de la crítica profesional («fantasía pseudo-religiosa (?)», «peor que Robin y Batman (!)», «ineficaz») sí me gustaría contribuir a darle una visibilidad que bien se merece. No dejemos que unos juntaletras venidos a más nos digan lo que nos tiene que gustar y lo que no.