Ocasionalmente, muy de vez en cuando, se agradecen películas que muestran el lado amable de las cosas aunque sepamos que es una ficción y que la realidad es mucho más cruel. Me refiero a una especie de vuelta a ese cine optimista de finales del siglo pasado donde se forzaban un poco las cosas para enseñar la cara más épica de algo y se pasaba de puntillas por su lado oscuro. Eran tiempos dominados por un cine comercial obligado a tener en cuenta que el espectador va a ser siempre reacio a pagar y dedicar su tiempo libre para que le dejen mal cuerpo o le calienten la cabeza, antes de la aparición del cine independiente y su descubrimiento de lo económico que resulta rodar miserias.

“Morning Glory” ofrece una visión muy edulcorada de los programas matinales de la televisión americana, lo que serían las Ana Rosas y Susanas Griso de allá, en el que una joven e idealista Rachel MacAdams, la viva imagen de la lozanía y el buen rollo, pelea por sacar adelante un magazine mañanero de segundo nivel, tratando de convertirlo en un proyecto ganador a base de liderazgo, tenacidad, perseverancia y profesionalidad. Atrayendo inversión, motivando a un equipo desorientado, eliminando las malas hierbas y recuperando para la causa a viejas glorias, la chica persigue un objetivo dando lecciones con firmeza y recibiéndolas con humildad. Se non é vero, é ben trovato: todo falso, pero taaaan bonito y tan fácil de ver que dan ganas de que el periodismo fuese como nos lo muestran en lugar del negocio propagandístico en que se ha prostit… digoooo… convertido.

Tiene ritmo, tiene gracia, tiene a Harrison Ford y a Diane Keaton, transmite buenos valores y no deja cabida al mal rollo. Una película de estas una vez cada dos meses debería estar cubierta por la Seguridad Social como alivio mental.