Películas de crímen y venganza hay muchas, igual que de crimen y remordimientos, de crimen y tragedia, de tragedia y superación... Así que, consciente de sus limitaciones, Terry George, director, de "Un cruce en el destino", debió pensar que su única opción de hacer algo interesante y (relativamente) novedoso pasaba por introducir y mezclar todos los ingredientes en su película y saturar al espectador de emociones y sentimientos.

Lo de saturar, lo consigue (como para no hacerlo con tanto drama y tanta lágrima). Lo de emocionar lo consigue menos y no tanto por la habilidad de los guionistas o del director como por las interpretaciones. En general, la película es anodina salvo momentos en los que se deja que Jennifer Connelly, Joaquin Phoenix, Mira Sorvino y Mark Ruffalo saquen lo que llevan dentro, y da la sensación de que esos momentos son fruto de la casualidad y la improvisación más que de que la película haya sido planificada así.

Profesional y correcta. Se puede ver y pasar un buen rato con los protagonistas (con la historia no, porque las tramas son para dejar mal cuerpo), pero no pasará a los anales de la historia del cine.