No creo que nadie discuta que “Isabel” ya está por derecho propio entre las series históricas –en el sentido de míticas - de la televisión. Treinta y nueve episodios capaces de atraer a niveles de audiencia propios de las épocas del monopolio de TVE, con un extraordinario rigor histórico acompañado de un inusual cuidado en cuanto a hacer la historia accesibles a todos los espectadores, refuerzos en la programación con especiales y documentales asociados y respeto a los horarios… todo ello hizo de “Isabel” una serie de culto que la gente supo apreciar. Por primera vez teníamos una serie capaz de combinar espectáculo, cultura y negocio sin que alguno de los tres conceptos eclipsara al resto.

Siguiendo sus huellas, “Carlos, rey emperador” no tuvo que hacer grandes esfuerzos para conservar el éxito, una fórmula casi mágica, el sueño húmedo de cualquier productor y/o director de cadena de Televisión: una serie que genera negocio y que no tiene final a la vista. TVE puede hacer otras ocho temporadas con los cuatro reyes de la Casa de Austria y no perderá dinero ni audiencia… Y si me apuran, no creo que el éxito se apague si prolongan la serie con los Borbones.

“La corona partida” es una vuelta más de tuerca en este emporio multidimensional. Teníamos las series, los DVDs, las novelas… teníamos los documentales pre y post episodios, las webs con opiniones, foros y leyendas, y ahora hacemos un episodio largo, rodado en formato cine con la excusa –más que justificada, bien traída- de enlazar las dos series, la de Isabel y la de Carlos, poniendo el foco en Juana y Felipe. Una ocasión magnífica de llenar las lagunas que quedaban y de homenajear por última vez a Isabel, Fernando, Chacón, Cisneros y demás personajes.

Habrá quien diga que la intención claramente es recaudatoria y no seré yo quien lo discuta, pero es de las pocas veces (puede que la única) que he pagado por ver cine español y me alegro de haberlo hecho. Me han dado lo que quería: llevarme a principios del siglo XVI, refrescar viejas lecciones de historia del colegio, meterme el gusanillo de visitar Tordesillas, Toro, Arévalo, Segovia y todo en un espectacular formato panorámico. En dos horas me han resumido quince años decisivos en la historia de España y de una forma tan bien formulada en términos argumentales, que todos los acontecimientos y personajes siguen presentes en mi cabeza. Todas las cosas destacables en la serie, como las interpretaciones serias, comedidas, teatrales, el vestuario, la fotografía, la ambientación y recreación siguen estando muy presentes en esta “La Corona Partida” incluso potenciadas por el efecto cine. Y sobre todo, lo que para mí sigue siendo el factor diferencial, es el trabajo de guionización de una historia que, cincuenta capítulos y una película después, consigue que no nos liemos con tanto personaje, fecha y acontecimiento, que seamos capaces de entender la Historia sin perder rigurisidad.

No es una película perfecta (para mi gusto se recrea en exceso en secuencias grandiosas pero argumentalmente innecesarias, así como ciertas subtramas que parecen de relleno y no aportan gran cosa) pero da gusto verla. Está de sobra a la altura de las series y ofrece un Juego de Tronos patrio al que no le falta de nada. Me encantan esas ganas que me entran de googlear todo después de verla. No sé si tendrá éxito o no pero de verdad que espero que sí, que el espectador demuestre que se puede hacer cine de calidad rentable.

PD. Siempre pensé que la interpretación de Irene Escolar era uno de los puntos débiles de la serie... Pues coño como ha madurado la chica. Menuda clase magistral que da en esta película aguantando gran parte del peso sobre sus hombros.