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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
1
Drama. Romance Tras perder seres muy queridos, Walter (Ashton Kutcher) y Linda (Michelle Pfeiffer) intentan seguir adelante con sus vidas. Por un lado, Walter es un joven luchador profesional que regresa al hogar familiar después del brutal asesinato de su hermana, días antes de su boda. Por otro, Linda es la madre de un niño sordo cuyo marido alcohólico ha muerto a manos de un amigo en un bar. Mientras tienen lugar los juicios por ambos crímenes, ... [+]
30 de abril de 2012
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer una película hoy día sin efectos digitales es arriesgarse a que la gente pase de ti en taquilla, pero reconozco que me quito el sombrero cuando me encuentro algo capaz de despertar mi interés sin tiros, explosiones, bullet-time y croma verde. Lo que ya es para nota y requiere de un auténtico maestro o de un visionario o de un valiente o de las tres cosas juntas, es hacer la película sin música y casi sin un puto sonido, como con una cámara al hombro que tenga el micro estropeado y solo coja ruido de fondo. Y ya si encima, el protagonista es un tío que se gana la vida disfrazado de pollo para repartir panfletos (desafiante trabajo para convencer a la gente de que entre en un local y ¡co-co-co-coooma aquí-ki-ki-ri-quí!), conseguir algo decente e interesante está tan solo al alcance de Billy Wilder o John Houston.

David Hollander no es nada de eso y por eso “Efectos personales” es el truño que es, un truño anecoico en el que lo más pavoroso es el silencio. El sonido se reduce a alguna frase de vez en cuando y unos pasos o una puerta que chirría que parecen hechos en postproducción con bisagras, vasos y hueveras. Lo más parecido a banda sonora es el sonido de un organillo que salta a ratos y que yo creo que se ha colado involuntariamente en el rodaje. Y encima de tanto silencio, el otro protagonista es mudo… No, no penséis que soy un desalmado que no ha entendido la película y que no he pillado que pretendía integrarnos en el mundo de silencio y soledad que vive una persona con discapacidad auditiva. En absoluto: el prota es mudo pero no sordo y curiosamente casi habla más (escuchamos sus pensamientos) que el resto del reparto, un reparto respetable de cierta enjundia con Asthon Kutcher, Michelle Pfeiffer y Cathy Bates a la cabeza.

Pero el relumbrón del reparto se difumina en la oscuridad física -la trama discurre por la típica ciudad de EEUU donde llueve el 80% del tiempo y anochece a las cinco de la tarde- y psicológica que rodea la película: el hombre-pollo vive atormentado por la idea de vengarse ante el asesinato de su hermana… ¿podrá el amor, o algo parecido, con una mujer madura y madre de un mudo traerlo de vuelta a la esperanza? Ni lo sé ni me importa, porque este argumento de telenovela interpretado decentemente y dirigido con el mayor de los amateurismos es la típica película coñazo, aburrida, y deprimente que te puedes ir media hora a preparar la cena y cuando vuelves no te has perdido nada. No entiendo por qué el director se empeña en hacer que el pobre chico mudo nos caiga mal, pero lo consigue (cero empatía, cien de animadversión).

En fin. “Soy un puto pollo”, se lamenta nuestro héroe urbano en un momento trascendental de la película que resume noventa minutos de historias desgraciadas, ambiciones frustradas y vidas sin sentido. Noventa minutos de drama sin otro propósito que permitir que Hollander gane algún oscuro premio en algún oscuro festival de cine social o sentirnos mejor con las miserias de otros.
OsitoF
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