“Los reyes de SouthBeach” es una de las películas más pretenciosamente cutres que recuerdo. Es como coger todos los defectos de “Corrupción en Miami”, “Infiltrados”, "Donnie Brasco" y “Scarface”, implantarlos de la manera más burda en un guión de rebajas, añadirle algunas cutreces más, rodarlo todo de la manera más simple posible, ponerle una música de peli guarra y dárselo a algún becario para que haga un montaje de DVD de primera comunión.

El único actor medianamente profesional es Donnie Whalberg, el pariente inexpresivo del inexpresivo Mark Whalberg. El resto han debido de ser recogidos directamente de la cola del paro del INEM de los actores y no sería de extrañar que hayan participado a cambio de comida. Pero para amateur, el director y guionista, el desconocido (desconocido para mí, no digo que no le conozcan en su casa) Tim Hunter. Se ve que el hombre sólo conoce como medio para hilvanar escenas el fundido a negro y el comenzar la nueva escena con un texto que dice “Casa de Fulanito, Massachussets, 23:54”, “Coche de menganito, Iowa, 22:01” porque no pasan cinco minutos sin que recurra a esa técnica (siendo guionista, ya podía haberse currado una historia que no implicase ir de un sitio a otro cada minuto). Una de dos, o sólo fue a clases de dirección el día que explicaban ese tipo de transiciones o esta película es un homenaje (una mierda de homenaje, eso sí) a “Expediente X”.

Hay películas cutres que tienen su encanto y otras que son para olvidar. Ésta es de las segundas. Sinceramente, no sé por qué no la meto en la categoría de truños… supongo que porque ese día echaban “Electra” por la tele. En cualquier caso, avisados estais.