Puede que «yes, we can» sea una frase popularizada por Barack Obama, pero mucho antes de que el presidente norteamericano la emplease como lema de su campaña electoral este ya era el grito de guerra de los seguidores de «Bob el constructor», una serie infantil que comenzó a emitirse en 1999. Como el título puede llevar a engaño, será mejor aclarar que «Bob el constructor» no es una serie protagonizada por un promotor inmobiliario que si dedica a especular. Eso sería demasiado didáctico para los niños y aquí lo que se trata es de tenerlos entretenidos con cuentos sin conexión con la realidad. Sólo en un mundo de ficción pueden existir Bob y las máquinas que lo ayudan. Para los adultos, ver a un albañil que mejora la calidad de vida de sus vecinos mediante sus reparaciones resulta demasiado irónico. Acostumbrados a «Pepe Gotera y Otilio», ese dúo de chapuzas tan español, «Bob el constructor» se presenta como el representante ideal de un gremio con una mala fana ganada a martillazos. Para que la fantasía fuese perfecta, a esta serie sólo le falta un banquero que conceda créditos sin intereses.