Segunda película de Claude Sautet, después de su explosivo debut con Classe tous risques. Se basa en una novela de Charles Williams, pero no está tan conseguida, ni mucho menos, como su ópera prima, sobre todo en la segunda mitad, cuando ya sabemos de qué va la intriga y sólo queda dilucidar si Ventura y Koscina saldrán vivos del lance.Una buena fotografía de Walter Wottitz y la presencia siempre gratificante de nuestro entrañable Lino no son suficientes para sostener una trama que va perdiendo interés paulatinamente. Caras conocidas animan la función, como Alberto de Mendoza y Antonio Casas, no en vano era una co-producción. Para los fans: Sylva no enseña ni el ombligo. Está mona, y punto. Sautet tardaría cinco años en volver a dirigir, la estupenda Las cosas de la vida, y no volvería a tocar el polar. Se despediría del cine con otra película espléndida, Nelly y el Sr. Arnaud, su canto del cisne. De todos modos, como es difícil de ver, vale la pena dar un tiento a esta Armas para el Caribe.