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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
4
Bélico Durante la II Guerra Mundial, un 'Comando' aliado está a punto de iniciar el desembarco en Normandía. Su peligrosa misión consiste en despejar de minas un sector de la costa y silenciar los disparos de un cañón de grueso calibre allí emplazado. A fuerza de sacrificio, de heroísmo y de bravura consiguen su objetivo, no sin antes haber perdido en la lucha a buena parte de sus mejores hombres. Con las manos... Con los cuchillos... Con las ... [+]
5 de julio de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco comentaba otra película de Umberto Lenzi, hombre para todo, De Dunquerque a la victoria, en la que gozaba de mayor presupuesto y podía trabajar con saldos de Hollywood. La brigada de los condenados es una pobretona imitación de Doce del patíbulo, a la que añadieron unas gotas de Los cañones de Navarone y una chispa de El día más largo. Lo de siempre: un brutal y expeditivo coronel ha de llevar a cabo una misión suicida, y sólo tiene a mano una caterva de patibularios a los que arrastra en su locura. Pero como el presupuesto, en este caso, no era para tirar cohetes, reducimos los efectivos a media docena y asunto concluido. El coronel de marras es, cómo no, Jack Palancas, el Rey de la Mueca, en otra muestra más de su desdichado paso por el cine europeo. Hay qué ver la cantidad de basuras que rodó sin el menor recato, de todo tipo de géneros. No quiero ni recordar la Justine de Jesús Franco, tal vez su aparición más extravagante y lamentable. Como la pasta no daba para más, sólo le acompaña una estrella en declive, Curd Jürgens, señalado por algunos críticos como uno de los peores actores de la historia. Hombre, no era Laurence Olivier, pero yo siempre le tendré cariñito por aquel Miguel Strogoff de Carmine Gallone que iluminó una tarde de mi infancia (debía ser mala, imagino, pero Verne para mí era Dios). Siguiendo con lo de la pobreza, en todos los sentidos, de imaginación, de entusiasmo, de vestuario, de armamento, lo que queráis, la banda sonora de Marcello Giombini es cochambrosa, y el gran Alejandro Ulloa no pudo hacer gran cosa con aquella planificación ramplona y convencional.
A título de curiosidad, reseñar que en el guión participó Dario Argento, un año antes de lanzarse a la realización con El pájaro de las plumas de cristal.. Tranquilos, porque no se nota en absoluto su impronta.
Eduardo
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