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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
4
Drama. Thriller La historia está ambientada en La Habana precastrista. Debido a un malentendido relacionado con la falsificación de dinero, la policía perseguirá a un inocente (Errol Flynn). La historia se completa con la inevitable presencia de una bella rubia. (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Errol Flynn tenía 48 años cuando rodó esta película. Aparentaba 60, eso siendo buenos chicos. El alcohol y las drogas habían hecho mella en su cuerpo, antes atlético y ágil, y en su cara, donde cada arruga hablaba de una vida agitada y descontrolada.
The Big Boodle, rebautizada Noche en La Habana para su edición en DVD, es una película rara pero fallida, o mejor, fallida pero rara. Está rodada en La Habana cuando Batista ya notaba el aliento de los Barbudos en su nuca. Flynn, cansado, ajado, harto de todo, interpreta a un croupier al que endosan unos billetes falsos. Se los endosa una rubia curvilínea, claro está, una tal Rossana Rory, italiana, con un a cara muy difícil y unos bonitos atributos. Era italiana y clausuró rápido su carrera, en 1962, para ser exactos. La morena de la función es Gia Scala, que también se salió por la tangente muy deprisa, con la ayuda de alcohol y pastillas. Pedro Armendáriz aparece torvo y exagerado como siempre, y el resto del reparto hace lo que puede. Es bonita la fotografía de Lee Garmes, que capta una ciudad en la que no parecen existir pobres ni gente fea, cosa que debió complacer al dictador. No deja de ser curioso que Flynn volviera antes de morir a Cuba, esta vez para rodar una cosa muy poco vista titulada Cuban Rebels Girls, a mayor honra y gloria de los revolucionarios. Poco después, su corazón dijo basta y el mejor Robin Hood de la historia del Cine pasó a peor vida.
El argumento es de baratillo, y más o menos es predecible lo que va a ocurrir. La escena final, rodada en El Morro, está dirigida con brío, aprovechando las luces y sombras de la lóbrega prisión, pero todo el pescado está vendido ya, y el espectador agradece el final. El director, Richard Wilson, era un tipo competente, ayudante de dirección de Orson Welles, al cual idolatraba. Es autor de un thriller bastante bueno, Al Capone, y de un western extraño y bien ejecutado, Invitación a un pistolero. En The Big Boodle no alcanza cotas de excelencia, tal vez debido al errático guión de Jo Eiseinger, que firmó Gilda y Noche en la ciudad. Fueron tiempos mejores.
Para coleccionistas de rarezas y amantes del gran Errol Flynn.
Eduardo
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