En 1933 aún se podía hablar de determinados temas sin las cortapisas morales que estipuló el malhadado Código Hays. Tenemos aquí a dos mujeres, esposa y amante, hablando de sus cosas, de su relación con el mismo hombre, de los proyectos de futuro, con absoluta relajación y sin otras tensiones que las resultantes del triángulo. Segundo título del pack doble dedicado a la Myrna Loy antes del Código, vuelve a ser una lección de glamour y buen hacer, de picardía y de gozosa reivindicación del sexo. Basada en una obra teatral, Harry Beaumont no se esfuerza demasiado por disimular su origen escénico. Se limita a filmar a los personajes mientras hablan e intercambian comentarios mordaces. Si Myrna Loy cumple con notable, la hoy olvidada Ann Harding es un encanto de criatura y una buena actriz. Robert Montgomery, tan elegante en esmoquin como en traje convencional, derrocha atractivo y seducción, y explica por qué fue uno de los galanes más cotizados de la época, aunque no fuera tan guapo como otros sementales contemporáneos, tipo Clark Gable o Robert Taylor., Pero, en mi humilde opinión, quien se lleva la palma es Alice Brady, prematuramente desaparecida a los 46 años, en su papel de alocada mujer de mundo, con algunos de los diálogos más sabrosos de la obra. Asombra pensar en las casposas comedias actuales, que dentro de nada estarán olvidadas y sepultadas bajo toneladas de celuloide mal utilizado, y estas producciones en fastuoso blanco y negro, en este caso cortesía de Ray June, que sobreviven al paso de los años (85 en concreto) y pueden verse hoy por su inteligencia, ironía y humor libre de groserías y ventosidades varias. Que la disfrutéis.