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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
5
Aventuras. Drama Después de una grave escándalo financiero, el banquero Dieudonné Ferchaux huye de Francia a Estados Unidos para evitar ser detenido y de paso recoger el dinero que tiene guardado en dos bancos de Nueva York. Para ese viaje se hace acompañar de Michel Maudet, un ex boxeador que hace las funciones de secretario y chófer. Viajando por América y con el orden de extradición amenazando en la sombra, la relación de estos dos hombres irá ... [+]
12 de marzo de 2019
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruel decepción. Era el polar de Melville que me faltaba por visionar. Se estrenó hacia 1965-66 en España y desapareció para siempre de la faz de la tierra. Acaba de salir en DVD. Me precipité hacia ella con manos temblorosas, y creo que hasta babeaba por las comisuras de los labios. ¡Tanto tiempo esperando! Vaya chasco. De entrada, no es un polar. Casi, pero no. El boxeador y el millonario estafador. Vale, Michel/Belmondo ve el anuncio, pequeñito, de buenas a primeras, y esa misma noche parte hacia Nueva York con su nuevo amo, después de perder el último combate y caer en la bancarrota. De paso, abandona a su amante. Llegan a la Gran Manzana y el millonario extrae del banco, como si tal cosa, 50 millones de dólares. Se dice pronto. Emprenden huida hacia el sur, hacia la lejana Caracas, pero se detienen cerca de Nueva Orleans. Durante el camino, Melville se emboba con el paisaje y pierde los papeles, los del guión y los otros. Salen personajes de una ridiculez desmesurada, como los agentes del fisco que persiguen a la extraña pareja, o la chiquita que hace autostop (pobre adorada Stefania, menudo papelón; si hasta está doblada al estadounidense en sus escasas frases). El escarnio se multiplica en el cochambroso pueblacho cerca de Nueva Orleans, con Jeff (como Jeff Costello, qué mala suerte) y su compinche gordinflón. A estas alturas, el boxeador ya tiene al millonario contra las cuerdas y hace lo que quiere con él. La película se resiente de haber rodado los exteriores in situ y los interiores en París, en el estudio del propio Melville. También se resiente de los infames diálogos y las inverosímiles situaciones. Belmondo pone cara de circunstancias, y Vanel, rey de los secundarios, defiende con uñas y dientes su papel. Asoma sus prietas carnes Michèle Mercier, en una escena de baile que sería pitada en El Molino, y se dispone a entrar en la bañera cuando Melville corta el plano. ¡Tarjeta roja! El final es precipitado y estúpido. Desconozco la novela de Simenon que inspiró la cinta, pero no puede ser tan mala como parece. O sí, Simenon era un estajanovista y se fundía las novelas en dos o tres días. Parece mentira que este Melville fuera el de Le samouraï o L'armée des ombres. Su amor por los paisajes estadounidenses también le gastó una mala pasada en Deux hommes dans Manhattan. Ésa era directamente muy mala. L'aîné dea Ferchaux sólo es mala. No me atrevo a suspenderla, por si alguien incita un linchamiento contra mí, aunque se lo merece. Ese mismo año, 1963, Melville rueda Le doulos/El confidente, y consigue su primera obra maestra. Claro, está rodada en París y aledaños, y no se distrae con tonterías. A partir de ahí, sería otro cantar.
Para incondicionales de Melville. Por cierto, dice la leyenda que uno de los secundarios en la pelea por el jukebox iba a ser un jovencísimo Robert De Niro. A Melville no le gustó y lo echó. Qué cosas. Tal vez se había roto las gafas aquel día, como Godard.
Eduardo
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