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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
7
Thriller. Intriga. Cine negro Unos jóvenes descarriados, entre los cuales figura una mujer muy sensual, profundizan en su postura al margen de la ley, sin mayores ánimos de responsabilidad. En un mundo de juego y corrupción se produce el asesinato de Susana. Un joven enamorado de ella, hijo de un comisario de policía, es el principal sospechoso. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale la pena detenerse un momento en la figura de Ignacio F. Iquino, realizador injustamente olvidado, prolífico, todoterreno, irregular, cuando no ferozmente malo, empresario catalán del tipo "la pela es la pela", autor camaleónico y con buen olfato para la comercialidad. Es un individuo que, de dirigir durante la República (la buena, no la bananera que nos intentan imponer algunos por estos pagos), atiende a la música del brazo en alto y la cara al sol y se aposenta en el cine franquista con total naturalidad. Entrega una serie de comedias de enorme éxito, por aquello de que más vale reír que llorar (El difunto es un vivo, Los ladrones somos gente honrada, Alma de Dios), y se permite mostrar el Madrid bombardeado posterior a la Guerra Civil en la última mencionada, sin incurrir en la ira de la Censura. Al filo de los 50, rueda una película sobre un pequeño mito catalán, El tambor del Bruch, pone en imágenes Historia de una escalera, del izquierdista Buero Vallejo, añade uno de los noirs más prestigiosos del momento, Brigada criminal, y entrega la primera cinta hablada en catalán después de la Guerra Civil, El Judas. Todo un prodigio de equilibrismo ideológico. Con posterioridad, alterna comedias con dramones, y en 1961 aparece Juventud a la intemperie, de enorme popularidad en su momento, donde se sigue permitiendo más desplantes a la Censura. En los 60, se lanza con saña al paella western, y con Aborto criminal (1973), monstruoso éxito de taquilla, inicia su descenso imparable a los abismos del destape, con títulos tan señeros como Chicas de alquiler, Los violadores del amanecer o Emmanuelle y Carol, en los que, con la mayor desvergüenza, mezcla mensajes de un moralismo apolillado junto con los despelotes más entusiastas de las especialistas en la materia, desde Nadiuska a Mireia Ros, pasando por Raquel Evans y Emma Cohen. Cuelga la claqueta en 1984 con Yo amo la danza, un descarado plagio de Flashdance.
Juventud a la intemperie es un noir en el que un probo comisario de policía ha de demostrar que su hijo (Manuel Gil, galán algo melifluo, que ostenta un sorprendente parecido con Manuel Valls) es inocente del asesinato de una muchacha en un club de mala fama. El mensaje moralista, en este caso, es que la juventud está perdida y se entrega a toda clase de desmanes y despropósitos, pese a que ellos hicieron la guerra para regenerar la sociedad. En fin... Lo interesante es que la historia, con algunos saltos importantes, está muy bien rodada por el director de Valls, con una fotografía en blanco y negro impecable, una buena ambientación de la Barcelona nocturna, e interpretaciones contenidas del elenco. La gran anécdota de Juventud a la intemperie es que fue uno de los primeros títulos que tuvieron doble versión, uno para consumo interno y otro para la exportación. Cuenta la leyenda que la stripteuse Rita Cadillac (qué cara, qué morros, qué...) ejercía su profesión ante las cámaras de forma más sugerente que en la versión oficial. Para más inri, aparece un personaje claramente homosexual sin que nadie parezca escandalizarse por ello, la gente fuma grifa, juega al póker y, en general, se revuelca en los vicios más bajos, empezando por el sexo, naturalmente, jajaja.
Un reparto curioso completa la extravagancia de este título fuera de onda. Aparte de los habituales Luis Induni y Adriano Rimoldi, vemos en uno de sus primeros papeles a Julián Mateos, anticipando su composición de Los atracadores; a Joan Capri, en un papel dramático; al añorado Alady; a Iván Tubau, antes de sus problemillas con las estudiantes de su clase; y a Tony Ronald, cuando cantaba en el Kroner's Dúo, con una estética sospechosamente parecida a la de El Dúo Dinámico. ¿Qué más queréis?
Eduardo
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