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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
8
Intriga. Bélico En la Varsovia de 1942, durante los días de la ocupación alemana, una prostituta es salvajemente asesinada. Un testigo sostiene que el asesino es un general alemán cuyo rostro no ha podido ver, pero sí el uniforme. El mayor Grau, encargado del caso pues la mujer era una agente que trabajaba para los alemanes, debe investigar a tres generales que carecen de coartada. (FILMAFFINITY)
16 de octubre de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando revisas un clásico, suceden cosas muy interesantes: 1) Has olvidado escenas enteras. Aunque lo hayas visto muchas veces. Es como si hubieran rehecho la película para ti. 2) Descubres nuevos matices, nuevas formulaciones, nuevas intenciones. Es como si la película poseyera la capacidad de autoregenerarse y evolucionar. 3). Salvo excepciones muy puntuales, caes en la cuenta de que ha mejorado sustancialmente, que el paso del tiempo no ha hecho más que agigantarla y dotarla de más sustancia.
Esto me pasó revisando por tercera o cuarta vez La noche de los generales, penúltima película de Anatole Litvak, un autor que conviene reivindicar, estrepitoso fracaso crítico y comercial en su momento, y atacada con saña por el infame Código de Producción, uno de los últimos títulos que tuvo que padecer sus caprichos tortuosos. Lo del fracaso comercial aún no lo puedo entender, pero tal vez fue resultado de las venenosas críticas. Tenemos un cóctel bien dosificado de diversos géneros: una buena película bélica, ambientada, entre otros enclaves, en la Varsovia ocupada por los nazis, con una pertinente recreación de época, amén de la puesta en marcha y fracaso de la famosa Operación Valkiria. Una trama de intriga, con psychokiller incluido, que abarca dos décadas y diversos países. Un pálido romance, que procura quedar en segundo plano, para no distraer la atención de la intriga criminal. Unas gotas de antibelicismo, alguna nota de erotismo, y una pizca de psicoanálisis en torno al personaje principal, que se pone de los nervios (literalmente) cuando confrontado al autorretrato de Vincent Van Gogh.
Pero ahí no acaba la cosa. Hay un reparto de lujo. Peter O'Toole, uno de los psicópatas más convincentes de la historia del Cine, con esos ojos incandescentes, esos gestos precisos, ese porte majestuoso del ángel de la muerte. Confrontado a él, su compañero en Lawrence de Arabia, magnético Omar Sharif en un papel que prefigura al detective Bernie Gunther creado por el llorado Philip Kerr. Una partida que acaba en tablas. Y Tom Courtenay, liberado ya de las estrecheces del free cinema. Y el inmenso Philippe Noiret en un breve pero sustancioso papel. Y un cameo de Christopher Plummer como Rommel. Y brevísimas apariciones de Juliette Gréco y Howard Vernon. ¿Qué más queréis? Y Joanna Pettet, que se desnuda pero poco.
Para redondear, impresionante banda sonora de Maurice Jarre, una foto preciosa y preciosista de Henri Decaë, también rotos ya sus lazos con la Nouvelle Vague, un trabajo de ambientación, decorados y atrezzo propias de una lujosa superproducción, una dirección férrea y disciplinada de Litvak, cuyas últimas obras habían sido tostonazos sentimentaloides muy apolillados (Un abismo entre los dos, No me digas adiós, Rojo atardecer), pero que aquí echa los restos.
En fin, chic@s, a disfrutarla. Yo lo he vuelto a hacer...
Eduardo
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