Tenemos a un muchacho necesitado de varias bofetadas bien dirigidas (y de un un buen polvo, todo hay que decirlo). Cada vez que ve a su madre con el señor que se la beneficia, se le dispara el Edipo (no es de extrañar; con una madre como Helga Liné, a cualquiera podría pasarle). Entonces, se pone a matar a troche y moche, empezando por su padre, un cabrón de mucho cuidado. En esto que su hermano le presenta a la novia, Alexandra Bastedo, tan masticable ella, y le empieza a hacer caricias y monerías, y el pobre tipo, zas, al hermano se carga para quedarse con esas tetitas tan ricas, codiciadas también por Irene Gutiérrez Caba, la amiga lesbi y vidente. Porque en el segundo tramo empezamos a comprender, entre sustos variopintos y préstamos de Brian De Palma, que el chaval es la encarnación de un jovencito que tenía una casona en el Montseny. A partitr de ahí, se arma un lío entre Carrie y La Furia y alguna otra que se me escapa, y todo acaba en un abrir y cerrar de ojos, tal y como sospechábamos. La música es de llorar, y el tal Borromeo, bien, el Señor debió llamarle, afortunadamente, por otros caminos. Sale un momento Massimo Serato, de cura, y Craig Hill, tan mal actor como siempre. Larraz se lanzaría pronto por la pendiente del cine basura. Para completistas de Alexandra Bastedo.