Una hermosa y elegante mujer (Senta Berger, neumática y deliciosamente curvilínea) es abandonada de repente por su marido al poco de casarse. Pese a los picores que la atormentan, rechaza los avances del simpático Daniel (Umberto Orsini), que se lo toma con resignación. En esto que reaparece el marido extraviado (Luc Merenda, un presunto galán de facciones espantosamente simiescas), y empiezan las dudas. Él no sabe, ella tampoco, y empiezan a perfilarse siniestras amenazas de diversos personajillos, con asesinato de perrito incluido. La intriga, que el espectador divisa desde kilómetros de distancia, consiste en saber quién era el socio del susodicho desaparecido y dónde han ido a parar los kilos de heroína que constituyen el meollo de la cuestión. Duccio Tessari se maneja con destreza pese al nefasto guión (nefasto por manido), aporta elegancia a la cámara y extrae una interpretación pasable de Orsini, Corazzari y Berger (a e ella se lo perdonamos todo). Incluida en una colección de gialli, es más bien una película de intriga que yo no consideraría propia de ese subgénero. Para amantes del poliziesco italiano de los 70.