A veces, presiento que gente como Jordi Costa o Jesús Palacios se divierte tomando el pelo a los sufridos seguidores del cine de terror, que bastante escarmentados estamos ya. Digan lo que digan este par de frikis, The Lords of Salem es un engendro con ínfulas autorales de un individuo que debió darse a diversas sustancias tóxicas durante el rodaje, con la inapreciable colaboración de su colorida esposa, la tal Sheri Moon. Todo consiste en que una DJ empieza a recibir misteriosas grabaciones de música tirando a heavy que le provocan pesadillas (no es de extrañar), y que conectan con el turbulento pasado de la ciudad, hasta llegar a un final calcado de... Pero no haremos spoiler.
Lo más destacado de la cinta es el desfile de secundarios, conocedores de tiempos mejores, que adornan las imágenes, gente perdida en los lóbregos sótanos de la serie Z, como Dee Wallace (ET tendría que habérsela llevado con él), el inefable Udo Kier, Lisa Marie y sus enormes atributos, dejada de la mano de Dios, digo de Tim Burton, María Conchita Alonso, que tantos picores nos había provocado en sus buenos tiempos, Michael Berryman, que aún vive donde las colinas tienen ojos, y como guinda Judy Geeson, directamente desde el túnel del tiempo de los 60, ya talludita, claro, pero con aquella boca húmeda que tantas ideas nos daba.
Para contumaces de Rob Zombie y gente aficionada a perder el tiempo.