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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
5
Drama. Romance Melodrama basado en una novela de Antonio Gala. Narra las vicisitudes de Palmira, quién recién llegada de voluntaria a África, recuerda los acontecimientos que le llevaron hasta allí. No mucho tiempo atrás, Palmira era la insatisfecha mujer de un noble terrateniente sevillano que llevaba años sin acostarse con ella. Además, su hijo adolescente tenía problemas que no le contaba, su hermana era rebelde y aficionada al alcohol, y su hija ... [+]
3 de marzo de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante mi absoluto respeto por la figura de Pedro Olea, un realizador que siempre se ha esforzado por conciliar comercialidad con calidad, desafío superado en ocasiones con notable (Pim, pam, pum... ¡fuego! y Un hombre llamado Flor de Otoño), y en otras con menos éxito (Tormento, No es bueno que el hombre esté solo). Olvidaremos piadosamente lo de Juan y Junior en un mundo diferente. Más allá del jardín no se cuenta entre lo mejor de su filmografía. Está basada en un tostón de Antonio Gala que combina mujeres necesitadas de amor y otras hierbas, hijos gay, amantes gay, amantes macho alfa, adulterios con jovencitas, y redención como única salida. Palmira está de muy buen ver (Concha Velasco: cuerpazo y ojazos), pero su marido ni la toca, enfrascado en sus negocios y en nínfulas de buen ver. Ella, salida como la pipa de un indio, no necesita sólo amor, sino algo más sólido, tumefacto incluso mejor, y entrega su cuerpo a un hombre que no puede corresponderla, y después a un sinvergüenza que, encima, la chantajea. Una dolorosa tragedia familiar la impulsa a marcharse a la peligrosa
Rwanda, con el fin de ayudar a la población y reencontrar al hombre al que amaba (Giancarlo Giannini y sus ojeras). La realización adopta un formato de culebrón televisivo muy poco grato, por el que desfilan rostros hoy consagrados (Ingrid Rubio, Eduardo Noriega, y la singular Martirio, aquí sin gafas de sol, que aporta un toque de exotismo a la trama). Debo confesar que, con esa osadía y desdén tan propios de la juventud, yo menospreciaba a Concha Velasco por haber sido la amante del director fascista por excelencia del cine español, y por aparecer en bodrios de eso que se llamaba comedia a la española. Después, comprendí que hay que comer, y los años 50 no debían ser muy halagüeños para la gente de la farándula. De no ser por ella, Más allá del jardín se vendría abajo. De hecho, si por algo vale la pena la película, es por Concha. Sólo lamentamos que apenas muestre su excelso cuerpo, pero lo que hay es lo que hay.
Eduardo
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