Ignoro qué hubiera dado de sí la versión completa, pero ver reducida a menos de dos horas una cinta de 182 minutos es como ver un tráiler un poco alargado, con unos saltos en pantalla que te dejan patidifuso. No me hago ilusiones: el viejo Guitry, uno de los comediógrafos, directores, actores y hombres de teatro más eminentes de Francia tenía que pagar la deuda contraída por haber opuesto escasa "resistencia" a los nazis durante la invasión. Permaneció en París y continuó su actividad teatral y cinematográfica como si tal cosa, según él para "mantener vivo el espíritu francés". Después de la Liberación fue encarcelado durante dos meses, pero no se pudo demostrar nada contra él. Durante los años 50 rodó algún mamotreto histórico, como este Napoleón del que nos han llegado algunos restos. Película acartonada, plúmbea, rancia, eso sí, cuajada de estrellas, recorre en volandas la vida del emperador, pero, insisto, no se puede juzgar el resultado final con este saldo, de calidad visual muy mediocre, me refiero a la copia. Algunas composiciones no dejan de sonrojar, como las de Jean Gabin u Orson Welles. Para seguidores furibundos de Guitry (que cuenta en su haber con películas muy estimables, ojo).